Firma. Yomaira Gavilanes, Ruth Hidalgo, el contralor Pablo Celi, la presidenta Elizabeth Cabezas, el ministro Richard Martínez y el legislador René Yandún.

Cabezas ya salvo a la patria

La presidenta de la Asamblea firmó un acuerdo nacional por la gobernabilidad. Generalidades, buen rollito y buenas intenciones son parte de la agenda.

Junto a la puerta de entrada, ella. El rostro de Elizabeth Cabezas mide dos metros de altura y ocupa el costado izquierdo de la gigantografía. A la derecha, sus palabras: “Somos los ejércitos de este nuevo tiempo... Estamos aquí para la batalla ciudadana...”. Es solo una de las citas de la presidenta de la Asamblea que, desplegadas sobre lonas colgantes desde el techo, proyectadas en bucle en pantallas de plasma a lo largo de la sala, rodean a los asistentes del foro Acuerdo Nacional por la Gobernabilidad que organizó la funcionaria para salvar a la patria antes de la hora del almuerzo.

La vicepresidenta de la República, dos ministros de Estado (el de Finanzas y la del Interior), viceministros y subsecretarios, el contralor, algún asambleísta, representantes de organizaciones de la sociedad civil, directivos de las cámaras de la producción... Unas doscientas personas han acudido al llamado de la presidenta Cabezas para firmar un pacto de gobernabilidad en el salón Olmedo de la Universidad Andina. Pero ninguno de ellos menoscaba su protagonismo, acentuado por la parafernalia autorreferencial del espectáculo.

“Basta ya de ver con impotencia cómo florecen las fortunas mal habidas”. “Mejoremos la calidad de la política”. “Depende del profundo compromiso individual con nuestras familias, con el barrio, con la tierra... ¡Con la patria entera!”. Las citas de la anfitriona vociferan desde las paredes. Luego ella tomará la palabra y, a falta de alguien mejor a quien citar, se citará a sí misma: “Somos los ejércitos de este nuevo tiempo... Estamos aquí para la batalla ciudadana...”.

Pero primero tienen que juntarse todos y Alejandra Vicuña lleva 40 minutos de retraso. De pronto, la música ambiental que acompaña la espera se silencia y da paso, con volumen redoblado, al jingle de la vicepresidenta. Si Rafael Correa se hacía acompañar a donde iba por los acordes de ‘Patria, tierra sagrada’, Vicuña ha mandado a componer su propia banda sonora: “Es la vice que va trayendo más trabajo y emprendimiento”. Pop sentimentaloide de proporciones épicas. ¿Cuánto le costó el chiste?

La jornada se inicia con una ronda de discursos de ocasión, continúa con una serie de mesas de trabajo sobre economía, sociedad y seguridad, y concluye con la firma de un acuerdo por la gobernabilidad. Los primeros no encierran sorpresa: generalidades y más generalidades. “Vamos a reconocer los valores del pasado, centrándonos en el presente para proyectarnos en el futuro”, dice por ejemplo la vicepresidenta. ¿Cómo no se le había ocurrido a nadie?

En cuanto a las mesas de trabajo, los participantes tienen que vérselas con una agenda de temas tan variados que van desde el incentivo al deporte hasta las cocinas que no pagan ICE. Y tan complejos como la seguridad social, la recuperación del dinero de la corrupción y la ley de hidrocarburos. De esos, hasta 47 por mesa. Para agotarlos disponen de... ¡dos horas! Sin embargo, caminan con paso demasiado lento hacia las aulas, como admitiendo de antemano la nulidad de sus esfuerzos. No es de extrañar que, cuando regresen al salón Olmedo para exponer los resultados, el fruto de su trabajo adolezca de la misma vacuidad que los discursos iniciales. Nada concreto.

Ni falta que hace. El documento final de la jornada ya lo trae escrito Elizabeth Cabezas, con una lista de compromisos que todos firman con los ojos cerrados. “Avanzar en la reinstitucionalización duradera del Estado”. “Implicarnos en las iniciativas de progreso y democracia”. “Construir diálogos respetuosos, positivos y constructivos que motiven a las nuevas generaciones”. Alguien, en alguna oficina pública, cobra un sueldo del Estado para escribir estas cosas. Y Elizabeth Cabezas monta un tinglado con ellas. Uno en el que se ve a sí misma coordinando “los ejércitos de este nuevo tiempo”, listos para emprender “la batalla ciudadana”. Pero que sea pronto: ya casi son las dos de la tarde y, admite con una sonrisa, “todos estamos muertos de hambre”.

La agenda que es una utopía

La Asamblea tiene claras sus prioridades, saca pechito la presidenta Cabezas: 48 leyes consensuadas con todos los bloques y que serán aprobadas hasta mayo próximo. Eso implica (pero estas cuentas no las hace) más de una por semana. Mientras tanto, lleva más de un mes entrampada en tres casos de control político y de ahí no sale.