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Bolivia: sin salida soberana al mar

Cabe anotarlo de entrada. Bolivia no tiene una salida soberana al mar pero, goza de especiales privilegios aduaneros destinados a favorecer su comercio internacional. En efecto, tanto en Arica como en Antofagasta, los productos importados por Bolivia pueden permanecer en tránsito hasta 12 meses sin pagar por el almacenamiento y los que ese país andino exporta, hasta durante dos meses.

Esas consideraciones especiales no las tienen ni los comerciantes chilenos, se recalca continuamente por parte de la Cancillería del país de la estrella solitaria, y hacen menos dramática la condición mediterránea que intentó superar el gobierno de Evo Morales.

Ahora, cuando la Corte Internacional de La Haya ha resuelto que Chile “no tiene obligación” de negociar una salida al mar para Bolivia, el asunto, que es una herida abierta de entre las muchas que todavía afectan a Nuestra América, pareciera que llega a su fin, aunque la Corte recomienda mantener el diálogo, en busca de una salida que deje satisfechas a las partes.

Conviene recordar que una de las dificultades para intentar conseguirlo es que el Perú, que mantiene algunas tensiones con Chile respecto a sus límites marítimos, también tiene voz en esos asuntos pues su frontera sur se modificó, tanto como la de Bolivia, después de la denominada Guerra del Pacífico, culminada hace 135 años.

Partiendo en el análisis de la experiencia ecuatoriana, queda claro que aunque sigue siendo válida como doctrina internacional la posición de no reconocer territorios adquiridos por la fuerza, en la práctica la conformación de los mapas está sujeta a múltiples otras variables que no tienen que ver ni con la historia ni con las tradiciones. La guerra, salvo contadas excepciones es la que sigue diseñando los límites entre los países y así, unos crecen y otros se reducen, manteniendo al mismo tiempo que la gran industria armamentística mundial, la posibilidad de que los demagogos utilicen como factor de estabilización de sus gobiernos el aglutinante que estimula los nacionalismos llevados hasta el fanatismo y el odio al vecino.

Es de esperar que el diálogo Chile-Bolivia no se interrumpa por el fallo de La Haya y permita avanzar en negociaciones bilaterales a dos pueblos hermanos que necesitan trabajar juntos para avanzar en ruta del desarrollo.