Bolívar Bonilla, el último artesano de los cachos

Bolivar Bonilla, el ultimo artesano de los cachos

Los cachos son una parte importante en la vida de Bolívar Bonilla. De ellos ha subsistido durante más de 60 años. Con ellos hace arte. Los cachos son de las vacas y de los toros.

Los cachos son una parte importante en la vida de Bolívar Bonilla. De ellos ha subsistido durante más de 60 años. Con ellos hace arte. Los cachos son de las vacas y de los toros.

Él se toma su tiempo y con mucha paciencia agarra sus herramientas (sierra, formones, ganchos, taladro, limas grandes y pequeñas, entre otras) y las pone muy cerca del lugar donde se sienta en un pequeño banco de madera.

El patio de la casa es el lugar que se convirtió en su taller, del que salen diversas artesanías.

Bolívar tiene 83 años y aún mantiene la lucidez de sus 20, cuando empezó a elaborar los productos de los cachos de los bovinos. Y es que Bolívar Bonilla bien puede ser llamado, a mucha honra, el ‘último artesano de los cachos’.

Sus manos tienen mucha fuerza, así como su sentido del humor que se mantiene pese a su avanzada edad. Lo único que ha perdido con el tiempo es la facilidad de escuchar; lo hace con dificultad, pero es su hija Miriam quien le ayuda a entender lo que le dicen.

Mientras atiende a quienes lo visitan en su casa en el barrio San Vicente, en el cantón Píllaro, toma las herramientas y comienza a cortar y a formar a pulso esta parte del animal. Lo hace en silencio. Es un momento de concentración total porque comienza a crear.

Los visitantes se mantienen a una distancia prudente para no inquietarlo.

Bonilla aprendió este oficio contra su voluntad. La técnica se la enseñó un hombre que había salido de prisión por ese entonces. Con el tiempo le gustó, su habilidad se perfeccionó y con los cachos elabora peines, botellas, llaveros, barcos, floreros, vasos, pájaros, copas, vasos y un sinfín de adornos. Sus artesanías han permitido que lo conozcan no solo en el cantón, sino en varias zonas del país.

Sus productos, que cuestan desde 2 hasta 30 dólares, se venden en las ferias y mercados. Y está orgulloso de ser el último artesano en Píllaro de este tipo de productos. “Alisarse con estos peines ayuda a fortalecer el cabello y lo mantiene lustroso y sano. Tiene mucha vitamina C”, explica su hija. (F)