
Bizcochuelo de Junin, un crocante con sabor del campo
En sus inicios, este dulce se elaboraba como una cortesía para recibir al visitante. El bocadillo se consume con leche o café en la localidad manabita.
El dulce aroma que percibe en el ambiente atrae a quienes acuden al sitio La Mocorita. Es un pequeño poblado, ubicado en la zona rural del cantón Junín, en la provincia de Manabí.
La localidad se caracteriza por la preparación de los bizcochuelos, muy consumidos en el sector. El adagio que indica que en la repetición está el gusto, aquí ocurre repetidamente con los visitantes.
En esta zona, desde hace más de 50 años, a más del currincho, la panela y otros derivados de la caña de azúcar, característicos de la zona, empezó a darse el auge de este producto.
Según los lugareños, como Édison Zambrano, esta labor la iniciaron damas mayores, quienes realizaban postres y vieron en este bizcocho, a más de un dulce para brindar a las visitas que llegaban desde la ciudad, una oportunidad para generar ingresos a sus familias.
Un total de cuatro empresas fabricantes de bizcochuelos están ubicadas en esta jurisdicción manabita, conocida desde hace mucho tiempo por esta dulce preparación. “Los mejores están en La Mocorita. Aquí se los hace con mucho amor y dedicación. Nuestra gente se ha preparado para esto y viven de ello”, destaca Édison.
La elaboración del bizcochuelo se la realiza desde muy temprano en la ruralidad manabita. En el desarrollo se apartan las claras y yemas de los huevos, se bate la clara hasta punto de nieve, y poco a poco se le agrega el azúcar. En algunas recetas le ponen limón o naranja. Después se le añade harina de trigo.
Luego, en los moldes se rocía manteca y harina en los bordes para después colocar las porciones de la masa. Se forra la base con papel manteca y se coloca en el horno a una temperatura media.
El emprendedor manabita destaca que el bizcochuelo de Junín se distingue de los demás por su contextura tostada y por ser crocante. Para lograr esa cualidad, la masa pasa por dos horneadas. La primera tiene un tiempo de 30 minutos.
Una vez que se saca el producto del fogón, se deja enfriar, para luego partirlo en pequeños pedazos.
Esto permitirá que en el segundo ingreso al horno, proceso que toma máximo 20 minutos, pueda lograr el tostado que hace del bizcochuelo algo más que apetecible.
“Es un producto muy rico, elaborado con nuestras manos y al que le ponemos todo el cariño. Algo importante es que no tiene levadura, es natural para endulzar los paladares más exigentes”, comentó Moreira. Al momento de disfrutar el dulce bocadillo se lo puede acompañar con leche o café.
El proceso de elaboración
A Jhon Moreira, sus padres le dejaron de herencia esta actividad y los secretos de su fabricación. Ya tiene 15 años dedicado a la elaboración de bizcochuelos. Un enorme horno antiguo, hecho de ladrillo, barro y pedazos de paja picada, destaca en medio de su fábrica. “Un total de 75 moldes de la masa ya lista ponemos en el horno. Los grados de temperatura adecuados no los puedo especificar, hay el suficiente calor para preparar”, dijo Moreira.