Entorno. En las calles Colón, Ayacucho, Huancavilca, entre otras, se observa gente durmiendo a cualquier hora del día y junto a los negocios.

Un barrio historico que se siente olvidado

Pese a las obras que se han ejecutado, los vecinos claman por más atención. Solicitan parques, rampas y mayor seguridad.

Aunque es uno de los vecindarios más antiguos de la ciudad, que engloba 150 manzanas y ha sido a su vez cuna de artistas, artesanos y deportistas destacados, es también (a juicio de sus residentes) uno de los más olvidados.

En el barrio Garay, cuya zona conserva viviendas de antaño y estructura mixta, aún persisten los problemas de inseguridad, consumo y venta de drogas, basura y falta de alumbrado público en ciertas áreas.

“Hay calles y veredas donde es imposible transitar porque están dañadas, plagadas de huecos, lo que dificulta que las personas que tienen dificultades para caminar se movilicen”, lamenta David Cajamarca, uno de los fundadores del sector y quien -asegura- prácticamente no puede salir de casa porque faltan rampas y encuentra trabas en la mayor parte del camino. Él se moviliza en una silla de ruedas.

El Municipio, hace hincapié Xavier Zurita, coordinador del Comité Promejoras del Barrio Garay, en efecto ha reconstruido aceras, bordillos, cunetas en los últimos años. De hecho, ahora está avanzada en un 95 % la regeneración urbana de la avenida Ismael Pérez Pazmiño, entre 10 de Agosto y Ayacucho, que se extiende por seis cuadras. No obstante, asegura, hay obras que aún restan por hacer o que se han ejecutado a paso lento.

En el sector, que este mes cumplió 80 años de vida, por ejemplo no hay un dispensario médico propio (el único que existe permanece en un solar alquilado) ni tampoco parques. El sitio destinado para que jueguen los niños, dicen los habitantes, es la Plaza de la Música (etapa II del malecón del Salado), que resulta ser una zona un tanto alejada para algunos.

“Nos sentimos abandonados. Me gustaría tanto que nos llenáramos de áreas verdes y columpios. Si es por falta de espacio, aquí se podrían expropiar varios solares que permanecen abandonados y hasta sirven de refugio a adictos y chamberos”, dice el también miembro del comité Christian Chano, quien saca a relucir una problemática que es evidente entre las calles Asisclo Garay (de 10 de Agosto, Alcedo a Pedro Pablo Gómez) y Babahoyo (Andrés Marín, Aguirre a Huancavilca, hasta la 12), que conforman el populoso sector.

Ayer durante un recorrido, EXPRESO pudo constatar cómo a plena luz del día los jóvenes consumían sustancias, incluso bastante cerca de decenas de menores que habían convertido las aceras en campos de fútbol.

“La tranquilidad del entorno de a poco se está perdiendo. Ahora uno camina por los soportales y se topa con gente durmiendo y paredes totalmente grafiteadas. Este no es el futuro que imaginamos. La policía nos ayuda, pero no es suficiente. Necesitamos ojos de águila, cámaras de vigilancia, botones de pánico por todos lados, una Unidad de Policía Comunitaria más grande”, agrega Estefanía Ledesma, residente.

El próximo martes el comité se reunirá con la policía para discutir temas de seguridad y convocará luego a los habitantes a una asamblea para definir cuáles son las necesidades más urgentes.

“Si nos comparamos con el pasado, cierto es que no vivimos ya entre casas de caña levantadas sobre lodazales. Sin embargo, somos un punto emblemático, queremos mejorar nuestra convivencia. Tener brillo y color. Desarrollarnos”, coinciden.