Balanza democrata

La semana pasada y esta han sido las semanas de las convenciones. Primero la republicana, luego la demócrata. Clinton vs. Trump. Antes de las convenciones estaban prácticamente empatados; después de estas, si no se inclinó la balanza a favor de Hillary, no sé qué lo hará. El equipo demócrata sacó su arsenal completo contra un contrincante que dejó varios espacios abiertos para ser atacado. En su discurso final, Trump dijo: “I can fix it”. Todos los problemas que tienen los Estados Unidos, él los puede arreglar. Sin ayuda. Crónicas de una dictadura anunciada. Su personalismo, amenaza del abuso de poderes y racismo, han llevado a compararlo incluso con Hitler. Obama utilizó este recurso de forma espléndida en la convención demócrata: “Democracy is not about yes he will, is about yes we can”. Cita su frase emblemática para definirse como contrario de Trump (en una dicotomía “bien vs. mal”) y demostrar cómo desde el inicio ha defendido valores democráticos. Esta fue la despedida de Obama como presidente, pero no de la “era Obama”. Se fue como lo que es: el mejor orador que la Casa Blanca ha conocido. De una forma casi mágica logró que la gente estuviera a punto de llorar por su partida, pero que inmediatamente se sintiera consolada porque “Hillary lo va a reemplazar”, ganando puntos para Clinton (no muy querida por el público) y dejando claro que votar por ella es apoyar un “tercer mandato”. Y lo más importante: robó el relato a los republicanos. Ahora, los demócratas defienden los valores familiares (cosa que Trump con sus divorcios no), los demócratas son nacionalistas frente a la visión apocalíptica de Trump, los demócratas defienden al ejército (al que Trump describió como desastre), los demócratas citan la Declaración de la Independencia (biblia de los republicanos que Trump desconoce). Valores tradicionales y nacionalismo, antes propiedad del discurso republicano-conservador. Los demócratas vieron una oportunidad y se lo arrebataron. Ahora son ellos el partido de los “verdaderos americanos”. Y los republicanos, tristemente, son solo el “partido de Trump”.

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