Balance I
Sobrevivientes de la hecatombe que vivimos hace unas semanas, nos vemos obligados a hacer un balance de los hechos para poder situar dichos eventos dentro del contexto presente y futuro de la nación.
El Decreto 883, necesario, valiente, pero inoportuno y carente de medidas complementarias, provocó un levantamiento de las huestes indígenas que se abalanzaron a tomarse el país en busca de una reivindicación que consideraban justa; pero en su búsqueda utilizaron un comportamiento abusivo, absurdo y antipatriótico, creando un clima de desorden y anarquía, sin detenerse a pensar en el costo y consecuencias del mismo.
Sus dirigentes, donde sobresalen los terratenientes, dueños de grandes mansiones, de avionetas, vehículos de alto poder, prestamistas, chulqueros, etc., la mayoría de los cuales tiene el descaro de no pagar impuesto a la renta, salieron, no en defensa del gremio, sino buscando preservar sus privilegios y canonjías, y evitar que sus ganancias se vean mermadas.
Se desgañitaron al insistir que su manifestación era pacífica cuando en realidad fue un despliegue al estilo guerrilla que asoló al país, logrando que cunda el desorden, el abuso, el raterismo, el vandalismo y la caotización como expresiones fehacientes de lo que fue el movimiento.
Durante el gobierno velasquista 1956-60, la Universidad de Guayaquil tuvo serios problemas financieros y los estudiantes de medicina organizamos en forma ordenada y pacífica, una marcha desde la “boca del pozo”, donde estaba nuestra sede, hasta la Gobernación, respetando la propiedad pública y privada, sin palos ni piedras, clamando únicamente por una mejora presupuestaria. Esa fue una marcha digna y honorable.
La dirigencia indígena declaró que hubo infiltrados; sin embargo, no hicieron nada para neutralizarlos, de suerte que si bien no serían autores, son indiscutiblemente cómplices y encubridores de tamaños despropósitos que se evidenciaron durante el desarrollo de las protestas y quienes fueron detenidos deberán pagar bajo el rigor de la ley, con la sentencia respectiva por los desafueros causados.
Y sigo andando...