Los agricultores también han salido a protestar.

Los bajos precios dejan secuelas en el agro

La palma aceitera, el arroz, el cacao y el café tienen serios problemas. Los empresarios agrícolas despiden empleados.

Dicen no aguantar estas nuevas caídas. No las aguantó Víctor Haón (Quevedo, Los Ríos), que despidió a cuatro personas la semana pasada, tras una precipitada caída del precio de la palma aceitera. De $ 150 por tonelada, que le pagaban hace quince días, cayó a $ 115.

Igual drama vive Washington Núñez, arrocero de Babahoyo. Está por cosechar, pero no lo animan los 27 y 28 dólares que están pagando las piladoras por cada saca.

El precio referencial del saco de arroz de 200 libras es de $ 35,50, “pero nadie lo paga”. Si es grano largo pagan mejor, pero solo hasta $ 31. “Los molinos están exigiendo las variedades Serón, de Perú, y FL11 de Pronaca. Si tienes granos cortos del Iniap (que es el que subsidia el Gobierno) te pagan bajísimo”, señala.

No será tampoco una noche buena la que pasarán los cacaoteros. En solo tres días laborales (jueves a lunes) la tonelada en el mercado internacional ha caído en 103 dólares.

En el caso del arroz, refiere Núñez, algunas piladores llevan condiciones: que la saca tenga 220 o 230 libras y que el pago sea desde el 10 de enero del año que viene. La gente está en mora en el pago de insumos y los pequeños están fiando en las tiendas la comida.

La consecuencia, alerta Haón, es el empobrecimiento, porque así queda “casi nada para educación, salud y bienestar”.

Víctor Haón agrega que mientras a los palmicultores les bajan el precio, el consumidor paga diez o veinte centavos más por el aceite de cocina. “Si hay un sacrificio nuestro, las dos empresas que refinan aceite deben bajar el precio a los ecuatorianos. La Superintendencia de Control de Poder de Mercado debe investigar estas prácticas desleales”.

Los cafetaleros no tienen una luz al final del túnel. La tonelada de la variedad robusta está por debajo de los 1.750 dólares mientras el arábigo, a 1,285 dólares por libra. Es decir, que si alguien quiere exportar café en grano debe estar dispuesto a perder más de cinco centavos por libra.

Mientras esto pasa, a la más grande empresa procesadora de café se le están negando los permisos para importar materia prima de Asia, señala Askley Delgado, presidente de Anecafé. “La compañía compra en el país lo que procesa para el mercado interno; si compra para exportar quebraría”.