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AZUL, EL COLOR

AZUL, EL COLOR

Cuando Omar Ponce hizo sonar el silbato que dio fin al duelo, Fernando Gaibor se sacó la camiseta y la mandó al aire. Alfredo Arias se unió en un abrazo profundo junto a su cuerpo técnico, del que Ignacio Berriel, el preparador físico, se zafó para salir corriendo con la bandera de Uruguay colgada para agradecer a sus “muchachos”.

Los abrazos fueron de revancha, de reivindicación. Jorge Guagua, el capitán, lo hizo con Christian Ramos y luego gritó hacia el cielo como un león. Así lo disfrutó el Bombillo, con ganas y además dominando sobre el campo, allí levantaron un trofeo que lucía ajeno para ellos a inicios de temporada.

De fondo, una hinchada azul que se hizo notar, que conquistó Manta y que pintó de azul la provincia manabita. “¡Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de Emelec!”, cantaban los jugadores, mientras corrían en una vuelta olímpica repleta de fanáticos azules, que entraron al césped.

Abrazos, gritos, empujones, locura y devoción. Todo con el trofeo volando encima, pasando por manos de propios y ajenos. Hasta los hinchas lo tocaron de pasada, celebrando el cuarto título eléctrico en los últimos cinco años. “El más duro”, según los protagonistas.

Sobre el césped, Emelec levantó la copa y su corona 14, rodeado de un numeroso público que saltó, quién sabe cómo, a la cancha para abrazar a los suyos y sentir que el título también les pertenece. Y así es, porque los miembros del plantel agradecieron “a una hinchada que siempre ayudó a dar vuelta”, según Marcos Mondaini.

Aunque durante varias fases de la temporada hubo muchas críticas, en el Jocay se vivió una jornada de hermanamiento. La frase clásica de “Y ya lo ve”, del Bombillo, en garganta de Ayrton Preciado, que se consagró como goleador. El ofensivo corrió entre la gente, pidiendo agarrar su primera copa, la que se ganó con un gran rendimiento personal.

Ramos, Marlon de Jesús, Fernando Pinillo y Ayrton Morales encabezaron el pelotón que dio la vuelta olímpica. Era una masa azul gritando campeón y haciendo levantar un graderío en medio de la locura.

En contraste de la tristeza cetácea, Manta acabó conquistada por Emelec, avivada de azul, decorada con los cánticos de una hinchada que llegó ilusionada a la ciudad porteña, seguros de que el resultado que llevaron en el bolsillo, sacado en la ida, les valía para ser campeones. “¡Emelec ya es campeón, Emelec ya es campeón!”, cantaron, saltaron y se abrazaron los seguidores del Bombillo. Estaban convencidos de la superioridad de su equipo, por eso madrugaron ayer.

El Ecuador ya es suyo de nuevo, una alegría inmensa para un grupo que celebró reivindicándose y que ahora promete logros futuros.

1. Compañerismo. La calle de honor hecha por los jugadores de Emelec para rendir respeto a los subcampeones. 2. Agradecimiento. La plantilla, en un acto de fe, agradece por la estrella 14.