Desaparecidos
Lidia Rueda viajó a Buenos Aires, Argentina, para asistir a un taller sobre desaparecidos en noviembre del año pasado.Asfadec

Asfadec, la voz de los desaparecidos en Ecuador

Integrantes de una asociación que acompaña a miles de familias a buscar a sus seres queridos, retoman sus plantones para exigir búsqueda y justicia.

Lidia Rueda, una mujer que nació en Loja, creció en Santa Rosa, de la provincia de El Oro, y vive en Quito, se ha convertido en la líder de la voz de los desaparecidos. El miércoles 25 de enero estuvo gritando a todo pulmón en la Plaza Grande de Quito, junto a una veintena de miembros de la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en Ecuador (Asfadec), que tiene once años de creada.

La socióloga, de 65 años, muestra fotos, agita pancartas y habla fuerte por megáfono para, a través de los plantones de los miércoles, cada 15 días, hacer visible las desapariciones que siguen sumando nombres en una lista que arranca lágrimas. Aún hay un registro de 2.937 personas que no han sido encontradas; estas desaparecieron entre 1947 y el 2021, un período de 74 años.

Su lucha es por la visibilización, promoción, prevención, sensibilización y búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación integral de los casos relativos a la desaparición de personas.

Su liderazgo no es casual y no desmaya porque su vida ha estado marcada por la angustia de no saber qué pasó con sus familiares cercanos. Su prima María Torres desapareció hace 50 años y la nuera de su esposo hace 38. A esta última la encontraron muerta a los 15 días, pero hasta ahora no hay pistas que permitan saber quién la mató.

No tener una respuesta que justifique lo que pasó con sus dos cercanas y ver el dolor en su familia fue un motivo por el que Lidia se unió al colombiano Walter Garzón y a su movimiento Asfadec para ayudar a otros con la búsqueda, para que no exista impunidad y se incremente la judicialización de casos de personas desaparecidas y encontradas sin vida.

A pesar de que no estén presentes, a todos los desaparecidos les doy nombre para hacer valer sus derechos

Lidia Rueda
5675757545747

Un mochilero argentino desapareció en Ecuador sin dejar rastro

Leer más

Antes del 2016, las familias buscaban por separado. Fue la intensa búsqueda y protesta del padre de la joven colombiana Carolina Garzón Ardila, de 22 años, desaparecida el 28 de abril de 2012 en Quito, lo que encendió la llama de la agrupación.

Walter Garzón viajó desde Bogotá (Colombia) hasta Quito para emprender una búsqueda incansable. Con plantones en la Plaza Grande, durante cuatro años exigió una investigación efectiva y respuesta sobre su hija. A esos plantones se unieron Telmo Pacheco, Luis Sigcho, Ángel Cevallos y más familiares desesperados por sus hijos, sobrinos, nietos, abuelos o padres que no regresaron a casa.

“Necesitamos saber qué hay detrás, por qué desaparecieron. No sabemos si es para vender sus órganos, tráfico sexual o esclavitud laboral”, dice Lidia.

392 personas se reportaron como desaparecidas en el territorio nacional entre enero y julio del 2022.
6196c0461a1e0

El boxeador Carlos Mina fue encontrado en Cotocollao

Leer más

En la búsqueda, precisa la socióloga, no hay prioridades ni tiempos. “A veces, le dan más prioridad a los nuevos, y quienes llevan varios años siendo buscados quedan en el olvido por el Estado”, expresa.

Esa es la razón por la cual la asociación se ha encargado de continuar su insistencia por cada uno de ellos. En el caso de muchos niños que desaparecieron hace más de 5 años, se han ilustrado los posibles rostros que tendrían en la actualidad.

Lidia, quien no descansará en su lucha por encontrar a los desaparecidos, para que sus casos sean conocidos, tomó la posta cuando el pionero de Asfadec, Walter Garzón, falleció en 2016 sin saber sobre su hija Carolina. Ella no dejará que su búsqueda termine porque él no está, porque la única manera de mantenerla viva es con los plantones y caravanas que arrancaron en marzo del 2021.

En las caravanas, desde la sierra centro, miembros de Asfadec recorren las provincias de Azuay, El Oro, Los Ríos, Bolívar, Tungurahua y Guayas, donde más personas que enfrentan el mismo dolor se unen. “En cada rincón del país y del mundo hay desaparecidos, no hay una sola ciudad de Ecuador donde no hayan”, dice Lidia.

Su insistencia y constante lucha ha ayudado con la aparición de algunos y a conseguir una cruda verdad para otros.

La organización también cuenta con profesionales como abogados, psicólogos y comunicadores que se han unido de manera voluntaria para ofrecer sus conocimientos y seguir trabajando por los que no están presentes.