Argentina: lecciones y paralelos

El populismo y la ignorancia van de la mano. Un electorado convencido por la labia de los ofrecimientos y las denuncias contra el capital es el escenario favorito de los populistas. La clase política argentina ha reducido a la pobreza a un país superdotado de recursos y gente, vendiendo humo y creando realidades virtuales de prosperidad que han resultado en miseria y descomposición social.

En Ecuador, Correa, sus huestes y sus “trolls” están en plena conspiración para propiciar el retorno del crimen organizado al poder.

Un gobierno débil tiene vasto potencial destructivo. Macri con su falta de convicción ha sido el jefe de campaña de Fernández, quien está destinado a ser la versión presente de Héctor Cámpora, un pobre ser que ascendió al poder bajo la consigna de “Cámpora a la presidencia, Perón al poder”, este último gobernando pocos meses después a través de su segunda esposa, Isabelita (corista de profesión).

Por acá Moreno, con sus vacilaciones, le está “poniendo la mesa” al correato cuyo objetivo será crear las condiciones de ingobernabilidad frente a opositores contemporizadores no dispuestos a tomar el toro por los cuernos y enderezar una sociedad en crisis.

La economía siempre pasa la cuenta. Macri pensó que el juego económico consistía en engatusar al capital internacional para así extender el período de estabilización. Simuló hacer ajustes fiscales pero no hizo mella en una situación insostenible de dependencia ciudadana del Estado, dependencia que ha empobrecido a los argentinos a lo largo de casi un siglo. Acabó perdiendo la carrera contra la inflación, la devaluación del peso, la fuga de capitales y, por añadidura, su capital político.

La parsimonia de Moreno le ha costado más de $10.000 millones adicionales de endeudamiento al país; la inhabilitación de 700.000 empleos, incluyendo los que no se dieron; una economía que no crecerá durante su mandato; la vigencia de todas las desviaciones contra natura dejadas como herencia de Correa y la erosión total de capital político.

Los escenarios de la victoria populista son tétricos e inimaginables. En Argentina, en un día, el mercado de valores perdió el 40 % de su valor y el 30 % la moneda. El riesgo país subió en un 90 % y la posibilidad de calificar como sujeto de crédito requerirá una corrección brutal del déficit fiscal. Las propuestas de Fernández se traducen en escenarios de “default” (cesación de pagos) e hiperinflación, esto es, en la descomposición de la nación argentina.

En Ecuador, país regional y culturalmente fragmentado, una victoria eventual del populismo significará la terminación de la dolarización y encaminarnos hacia las realidades extremas de Venezuela.

Hay múltiples lecciones adicionales que quedan en el tintero. La corrupción sin castigo y la impunidad previenen la muerte política. La mente del político es estrecha, oportunista y miserable. La clase empresarial tomada en su conjunto no tiene noción de Estado y se nutre de la alcahuetería del proteccionismo.

Cada pueblo es artífice de su destino: Argentina es experiencia potencialmente fallida, mientras que en Ecuador se reúnen las condiciones para serlo si no cambia de rumbo.

’Cada pueblo es artífice de su destino: Argentina es experiencia fallida mientras que en Ecuador se reúnen las condiciones para serlo si no cambia de rumbo’.