Anulare mi voto

Imagine que la directiva barrial termina su período y hay elecciones. Pero resulta que alguien modifica los estatutos para cambiar solo al presidente, dejando la directiva 5 años más. ¿Diría usted que le están viendo la cara? Pues eso es lo que va a suceder en las elecciones del 2017. Solo cambia el presidente y se quedan los demás con excepción de los burregos.

Sin duda, semejante abuso destruye la democracia: las elecciones no ocasionan el cambio de gobierno, solo del presidente. Y el presidente no es el gobierno. Lo insólito es que se trate de un abuso constitucional.

Si revisamos la historia veremos que aquí no hay ningún“hiperpresidencialismo”(bonita la palabreja) sino un descarado e inaceptable abuso de poder: el gobierno del Ecuador desde la Constitución de 1835 (art. 14) siempre fue alternativo. Hasta que vinieron ellos y entre gallos y medianoche conviertieron “su” gobierno en eterno. ¿Quién les dio el derecho? Fueron elegidos para 4 años. No para siempre.

Y este, queridos amigos, es un problema de carácter constitucional. Hay que cambiar la Constitución por una nueva, restituyendo el carácter alternativo del gobierno, tal como es desde que nacimos como república. Y eso solo puede hacerlo una constituyente. No porque a mí se me antoje, sino porque los forever boys prohibieron la reforma total que afecte la estructura de la Constitución (arts. 441 y 442). Y se necesita una nueva Carta Fundamental que reforme esta abusiva estructura de poder diseminada a lo largo de los 444 artículos que conforman la actual.

La Constitución de Cronwell de 1653 se denominó Instrument of government, pues la Constitución es eso: el instrumento de gobierno que organiza el poder. Me niego a ser gobernando otra vez -no solo por los correístas- sino con su Constitución. No me he quemado las pestañas durante 30 años para dar cheques en blanco. Si solo me ofrecen empleo y bajarme los impuestos no le daré mi voto a nadie. Lo anularé y promoveré el voto nulo. Mi deber moral como especialista, es demandar la Constitución que el país merece. No tenemos por qué aspirar a menos.

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