El ano que comienza

Cuando aun no concluyen los balances sobre lo ocurrido y su impacto durante el año que terminó, es sano empezar a reflexionar sobre lo posible de ser intuido en el periodo que hoy se inicia.

Obviamente, muchas situaciones se verán prolongadas en el Ecuador y en el mundo. Entre las que atañen al planeta, la gran crisis económica que lo azota no menguará sus efectos durante los próximos 365 días. Tampoco la xenofobia y el terrorismo derivado de fanatismos religiosos. Igualmente serán visibles los síntomas que evidencian su calentamiento global. Sobre todos esos temas se deberán tomar las medidas requeridas con mayor conciencia sobre sus causas, decisión de actuar y una reforma sustantiva de los organismos internacionales creados para el mantenimiento de la paz y el impulso del progreso social y económico. Al respecto serán significativas, más que siempre, las decisiones que tome el nuevo presidente de los Estados Unidos.

El 2017 ecuatoriano está en cambio marcado por la campaña electoral a dos días de ser formalmente empezada. Ello permite dividirlo en semestres. Durante el primero, en este enero el país se llenará con denuncias y tensiones derivadas de la contienda, que parte con un clima ya crispado por los casos de corrupción evidenciados. Ojalá también esté lleno de propuestas destinadas a enfrentar igualmente otros problemas pendientes. En febrero se cumplirá la primera vuelta electoral. Sus resultados le pondrán luces o sombras a los días que siguen hasta abril, cuando deberá cumplirse la segunda. El ciclo termina en mayo, con la posesión de los nuevos mandatarios. De quienes ellos sean dependen las proyecciones sobre el segundo semestre. En efecto, hasta dicho mes prevalecerá la incertidumbre que todavía se mantiene a poco más de mes y medio de la ronda inicial.

Es de esperar que cuando, como en pocas ocasiones, del resultado del sufragio popular depende el futuro del Ecuador, sus ciudadanos hagan del voto un instrumento para garantizar el porvenir y de su decisión al escoger las candidaturas de su preferencia, un severo ejercicio de conciencia. Por supuesto, también de la campaña electoral, una oportunidad para ilustrar su trascendente decisión.

Sí así ocurre, a más de una demostración de madurez democrática se garantizará la recuperación de la vida democrática.