Ceremonia. En el monumento de la Primera Imprenta de la parroquia Pinllo, espacio sagrado, se le puso la corona del Sol a las jóvenes escogidas.

En Ambato eligen a las ‘virgenes del Sol’

En la cosmovisión andina creen en la dualidad, hombre y mujer. En marzo culmina la época femenina, tiempo en que se prepara la tierra o la mujer para procrear.

En el tiempo de los incas, en Machu Pichu se escogían a las vírgenes para los rituales sangrados. Estaban ocultas en la ciudad sagrada y se las denominaba ‘vírgenes del Sol’. Lucían sus coronas de oro y en el centro estaba la figura del Taita Inti o del dios Sol.

Estas mujeres eran las encargadas de mantener el ‘fuego sagrado’. Realizaban rituales y elaboraban el licor de maíz fermentado que se bebía en las fiestas del Sol. Toda esa práctica la realizaban con más ahínco durante los seis meses que es el tiempo de la mujer o la ‘Warmy Pacha’, explica el historiador Víctor Hugo Navas.

En la actualidad, en nuestra Sierra central, tratan de retomar las tradiciones pero las ‘vírgenes de Sol’ ya no las ocultan para los rituales sagrados, sino que se las escoge entre las jovencitas de las comunidades que deseen convertirse en la Reina del Sol o Ñusta Inti.

A las reinas del sol se las elige en septiembre, justo en el equinoccio cuando el Taita Inti llega desde el norte y descansa dos días en el centro de la Tierra, para luego partir al sur, explica Marcia Masaquiza, descendiente del pueblo Salasaka y encargada de interculturalidad del Distrito de Salud en Ambato, Tungurahua.

“Es en ese momento que empieza el ciclo de la Pachamama, en el tiempo de la mujer, que dura seis meses. En el tema de salud preparamos a la madre para un parto adecuado o en planificación familiar. En el agro empiezan con el arado para realizar la siembra en octubre y noviembre. En la cosmovisión andina todo tiene su tiempo y los rituales son para armonizar. Son seis meses destinados a la mujer”, mencionó Masaquiza.

Vicente Chato, promotor cultural, asegura que ahora se incluyen a todas las jóvenes a partir de los 15 años para que representen a las ‘vírgenes del sol’. “La interculturalidad se trata de unificar a todas las culturas, no segregar”, aseguró.

La corona fue custodiada por dos ‘caballeros de honor’ que la llevaron hasta el cerro sagrado de Pinllo Urko en la parroquia Pinllo, cantón Ambato, provincia de Tungurahua.

Jéssica Lucero Zuluaga, de 23 años, no quiso perder la oportunidad de ser una ‘virgen del Sol’. La joven es oriunda del sur de Guayaquil y realiza la rural de enfermería en Ambato.

Dayana Ortiz, de 16 años, también se convirtió en ‘virgen del Sol’. Para ella es la mejor manera de aprender la historia, mediante las experiencias. Para Gisela Cantón de origen indígena, la corona es el compromiso de mantener viva la tradición de los ancestros.

Para Oswaldo Zaruma, dirigente indígena, el rescate de las tradiciones también promueve el cuidado de los páramos y a toda la naturaleza.

“Con las celebraciones andinas se busca sensibilizar las relaciones entre el hombre y la Pachamama. En estos seis meses se rinde especial homenaje a las mujeres, tierra y a la vida”, mencionó Zaruma. (F)