Jeannine Cruz | El Nobel de la Paz tiene rostro de mujer

El Nobel de la Paz de María Corina no solo honra a una mujer: consagra la esperanza de un continente
Hay mujeres que nacen para seguir las reglas, y hay otras que nacen para desafiarlas. María Corina Machado pertenece a las segundas mujeres, a las que no negocian con la mentira ni se arrodillan ante el poder. En un continente acostumbrado a los caudillos, ella se convirtió en símbolo de resistencia, dignidad y verdad.
Nacida en Caracas en 1967, en el seno de una familia vinculada al mundo empresarial e intelectual, pudo elegir la comodidad. Pero eligió el sacrificio. En lugar de callar, habló; en lugar de huir, se quedó.
Desde hace más de veinte años enfrenta, con voz firme y convicción inquebrantable, una de las dictaduras más crueles y corruptas del continente. Fue la primera en llamar “dictadura” al régimen de Hugo Chávez, cuando muchos todavía lo aplaudían. Y se mantuvo en pie frente a Nicolás Maduro, denunciando con valentía los vínculos del poder con el narcotráfico y el crimen organizado.
Madre de tres hijos, la “dama de hierro” venezolana transformó el miedo en fuerza y la persecución en causa. En 2024 ganó con más del 90% las primarias de la oposición, pero el régimen la inhabilitó, revelando su mayor temor: una mujer libre. Su consigna “Hasta el final” dejó de ser un lema político para convertirse en un grito moral.
Es el eco de millones de venezolanos que, dentro y fuera de su país, aún creen que la libertad vale cualquier precio. El Premio Nobel de la Paz que hoy recibe María Corina no es solo un reconocimiento, es una advertencia ética a toda América Latina. Nos recuerda que la lucha por la democracia no pasa desapercibida, que los pueblos oprimidos siempre encuentran una voz, y que la libertad (aunque la encarcelen) siempre vuelve a nacer.
Porque hay mujeres que cambian la historia sin disparar un arma. Lo hacen con su palabra, con su fe y con el valor de no rendirse. María Corina Machado es una de ellas.
El Nobel de la Paz de María Corina no solo honra a una mujer: consagra la esperanza de un continente que aún cree en la libertad.