Agenda publica relegada al caos del pais

La corrupción, la crisis económica, la ineficiencia de la clase política y la fragilidad de las instituciones han causado desafección y decepción del quehacer público en la ciudadanía ecuatoriana. A diario puedo observar por los distintos medios de comunicación la inoperancia de ciertos funcionarios, las inasistencias, la falta de conceptos, la confusión y un sinnúmero de expresiones que cada día reafirman el malestar de la gente y la desconfianza. El panorama se vuelve agobiante; al parecer quienes nos gobiernan improvisan las decisiones.

Las noticias nos advierten que la inseguridad campea, no hay dinero para el pago de los incentivos jubilares, que existe mayor desempleo y que la gente vive en zozobra porque no sabe hasta qué día tendrá un sustento de vida. Algunos políticos dejan de lado la vocación de servicio público por el egocentrismo de estar en el poder, no por una causa social o interés de cambiar para bien y buscar la prosperidad de la gente, sino por pura ambición. Así en el caso del Legislativo, ciertos legisladores bloquean el trabajo de quienes sí desean aportar en la búsqueda de soluciones, tal como pasa en sesiones de Pleno y comisiones en donde por falta de ‘quorum’ se tiene al Parlamento en inacción total. No todos están en el mismo saco y el tiempo es cíclico, pero la ciudadanía de ahora no puede esperar más. Necesitamos un nuevo rumbo, verdadera atención, que se encuadren con precisión las tareas que debe asumir, el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial para que cada uno se encargue de lo necesario.

Sugiero a los jóvenes que tienen miras en dedicarse al quehacer público que tomen en cuenta la responsabilidad que amerita formar parte de este ámbito. A los ciudadanos no se engaña, con la prosperidad no se juega y mucho menos con el bienestar y equilibrio de la nación. Preparémonos con las mejores herramientas, seamos empáticos, sumemos experiencias que nos ayuden a viabilizar soluciones a problemas concretos, solo así estaremos a la altura de las circunstancias.

Ana Belén Chóez Vergara