Advertencias y amenazas

El nuevo comandante de “las gloriosas”, en el acto de su posesión, como para que nadie se llame a engaño ni se diga después que desde la cúpula militar no se había hablado claro en estos momentos de tensión, y también de suspenso, hizo una clara advertencia a todos quienes en el pasado mes del “octubre negro” cometieron actos vandálicos durante once días con sus noches, y que pudieran tener en su agenda la repetición del mismo terrorismo que llegó a convertirse, además, en una intentona de dar un golpe de Estado para cambiar de gobierno, tal como acaba de ocurrir en el alto país del altiplano, pero por causas absolutamente diferentes, que fueron provocadas más bien desde las alturas del poder.

Tienen pues que poner “las barbas en remojo” ante tamaña advertencia, que no se dijo en metáforas sino en forma expresa, quienes piensen que la guerra interna todavía no ha terminado. Y que al Decreto 883 que fuera derogado para acallar las protestas no se le puede dar vueltas ni disfrazar para quedar en lo mismo, esto es quitándole el subsidio a los combustibles usando el atenuante de la “focalización”. O sea que los violentos de ayer han condicionado su postura mientras se sigue llevando a cabo la mesa de diálogos para buscar una solución que no resienta a unos ni perjudique a otros, mientras los que siguen haciéndose ricos con el contrabando de gasolina a los países vecinos rogarán al santo de su devoción para que las cosas sigan como antes. Es decir, “cambiar para que nadie cambie”.

Pero, al parecer, la firme postura militar no atemoriza a los dirigentes indígenas -que acusan de los actos de violencia a los “infiltrados” y que niegan su filiación correísta- quienes han hecho una muy grave amenazas nada menos que contra el “vice” Otto Sonnenholzner a quien “advierten” de la posibilidad de una buena “ortigada” en un muy helado páramo, aplicándole la autónoma justicia indígena que ya se aplicó contra los amigos de lo ajeno o los infieles cónyuges.

Esperamos, entonces, que las cosas no pasen a mayores, sin que sea necesario utilizar las antiguas “manus militaris” para calmar cualquier protesta que se salga del buen tono. Rogando también porque el incendio que parece haberse propagado por toda la región sudamericana ya se vaya extinguiendo.