Ser y parecer

Hay una conocida frase: “La mujer del César, no solo tiene que ser sino parecer”. No es suficiente sentirse honesto y transparente, sino demostrarlo con hechos. Hasta ahora la respuesta del presidente de la República a las denuncias presentadas en diversos medios de información ha sido la de decir que no sabía nada, que si algo turbio ocurrió fue sin su consentimiento, y de esa manera trata de zafarse de los ataques, apelando ignorancia sobre lo sucedido.

La chapucería no es buena compañera al transitar por el sector público. En esa senda quedan marcadas las huellas y sus consecuencias. Las denuncias se enfrentan con pruebas claras, prolijamente documentadas, para derrumbarlas y pulverizarlas sin miramientos.

No se puede negar el nivel de compromiso que ha tenido el actual presidente para promover el cambio de las estructuras que tenían tomados los diferentes poderes del Estado. Ha logrado quitarle a la función Ejecutiva la etiqueta de concentración de poderes con grado dictatorial, que junto al remoquete de caudillo, marcaban a su predecesor. Actualmente, es tal la desconcentración que incluso en la Asamblea Nacional su bancada camina de manera independiente y hasta atolondrada.

Las denuncias son inevitables, al haber trajinado durante tanto tiempo junto a las huestes correístas. Fue su binomio presidencial, tuvo cargos importantes cuando no fue binomio, es decir, estuvo muy cerca del fango como para que ahora no resulte salpicado. Es imperativo que responda con firmeza a las insinuaciones y delaciones para probar con solidez su inocencia ante los hechos reclamados.

Creo que el esfuerzo y entrega demostrados para aceptar los desafíos de liderar un país atropellado por una ola delincuencial de proporciones, demanda actuar con mayor resolución ante los hechos.

Aducir inocencia o desconocimiento no lo justifica; como mínimo lo hará corresponsable de “dejar hacer, dejar pasar”.

Esperemos, por la estabilidad democrática y el bienestar nacional, que todas las denuncias presentadas sean desvirtuadas con la contundencia que tan alta dignidad demanda.