Rememoran. Las novenas son una tradición que mantienen los vecinos de algunos barrios de la ciudad. Este grupo es de Samanes 3.

Los 9 dias en los que vecinos de barrio hacen de Jose y de Maria

Es la sexta noche y se sabe de memoria su parte. Minutos antes acaba de probarse el trajecillo que le cubre los tobillos, solo le falta la franja adosada con un pelaje largo y tupido que hace de la clásica barba del personaje que le corresponde represe

Es la sexta noche y se sabe de memoria su parte. Minutos antes acaba de probarse el trajecillo que le cubre los tobillos, solo le falta la franja adosada con un pelaje largo y tupido que hace de la clásica barba del personaje que le corresponde representar.

Daniel Trujillo Sosa, un pequeño de 8 años, es el José de la última edición de las posadas que cada año arman los vecinos de dos manzanas de Samanes 3, una ciudadela ubicada en el sector norte.

El papel de María lo cumple su prima Ángeles Álava, una entusiasta niña de 6 años.

Juntos encabezan al grupo de vecinos que la noche del jueves pasado visitaron la casa de la familia Duque-Rubio.

Es la primera vez que la novena de este barrio incluye personajes. Pero la noche reciente, no habían nervios por ningún lado. Los que no se sabían el coro recurrían a sus apuntes, cada quien llevaba unas hojas fotocopiadas.

Todos coreaban los villancicos tradicionales, mientras Hernandy Carreño le seguía el paso tocando una guitarra.

Las posadas es una vieja tradición de la comunidad católica guayaquileña. En algunos barrios ha desaparecido, pero en otros hay familias que luchan por mantenerlas.

Algo de esto sucede con nueve familias de las manzanas 302 y 303 de Samanes 3. “Las realizamos hace 18 años, desde que nuestros hijos estaban chicos y ahora ya están grandes. Hay niños que son nietos de los primeros organizadores”, dice Nelly Vásquez, una de los miembros de este vecindario.

Se considera que una de las tradiciones más importantes dentro de la religión católica son las novenas, que en otros países se las conocen como posadas. Tienen como finalidad preparar a las personas para la llegada del Niño Jesús.

En los barrios se las realiza en la noche. Existe de por medio un compromiso simbólico: que las familias en cuya casa se pide posada reciban a los visitantes con algún refrigerio. Un acto con el que se busca no olvidar el mensaje del nacimiento del Cristo.

Por tradición, se inicia el 16 de diciembre y termina la noche del 24. Este festejo empieza con unas oraciones, así como ciertas reflexiones sobre la palabra de Dios, en alguna esquina del barrio. Desde ahí parten en caravana para ir en busca de alojamiento: “Les pido posada por amor de Dios / mi esposa está encinta, somos ella y yo...”, reza uno de los villancicos.

Un cántico que rememora la escena que ocurrió hace más de 2000 años, cuando José y María llegaron a Belén para pedir refugio antes del nacimiento del Niño Dios.

En el norte

Otro barrio mantiene la tradición

En la cdla. Huancavilca Norte, las familias de las manzanas H y K se juntan cada noche desde el 16 de este mes para reflexionar algún texto de la Biblia y cantar villancicos. Así viven la novena.