
Quito: ¿Para qué sirven los nuevos contenedores celestes? Te lo contamos
El lunes 17 de marzo la capital inaugura doce nuevas rutas de recolección diferenciada
Desde hace varias semanas, un grupo de contenedores celestes ha sorprendido a los transeúntes que circulan por la avenida Amazonas, en el centro-norte de la capital. Colocados junto a los contenedores grises, que llevan años en funcionamiento, estas coloridas unidades tienen un propósito específico: recibir el material reciclable de los comercios, oficinas y residencias del barrio.
Estos nuevos contenedores, explica Diego Dávila, director de Operaciones y Servicios de la Empresa Pública Metropolitana de Aseo Quito (Emaseo), forman parte de ‘Mi Quito recicla’, una iniciativa de recolección diferenciada que comenzó el año pasado con un plan piloto a pie de vereda en Nayón, La Primavera y La Armenia. Hasta finales de 2024, la iniciativa logró recolectar 35 toneladas de cartón, plástico, papel y vidrio.
“Los procesos para implementar el reciclaje suelen tener una maduración lenta. En algunos países, la recolección diferenciada tardó hasta quince años en implementarse. Lo importante es empezar en algún lugar”, argumenta Dávila.
La iniciativa es parte de un plan maestro para la ciudad, en el marco de la construcción del Complejo Ambiental de Gestión Integral de Residuos Sólidos del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ), planificado para 2028.
Según la entidad, debido a la buena acogida del plan piloto, al finalizar 2024 ya estarán operando 36 rutas adicionales de recolección diferenciada, en las que los usuarios podrán entregar su material reciclable.
El lunes 17 de marzo se sumarán al proceso doce rutas adicionales en las zonas de El Recreo, Guápulo, Pío XII, La Floresta, El Dorado, La Vicentina, Cochapamba, Pinar Alto, El Batán, Jardines del Batán, Rancho Alto y Mena del Hierro.
¿Cómo funciona?
Los servicios de recolección diferenciada establecen la disposición de los residuos reciclables en fundas de color azul, donde hay que depositar plástico, vidrio, cartón, papel, latas y Tetra Pak. Mientras tanto, en fundas negras los usuarios deben colocar residuos no aprovechables, como envases de un solo uso, productos de higiene personal usados, textiles y vajillas de cerámica (en cajas).
A estos esfuerzos se suman los nuevos contenedores, con el objetivo de ofrecer diversas opciones para reciclar.
“Nuestra meta para finales de año es llegar a 88 rutas de recolección diferenciada en toda la ciudad y, a largo plazo, poder cubrir el 100% del Distrito Metropolitano”, proyecta Dávila.
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La socialización, asegura, es clave para instaurar el reciclaje en la capital. “El reto está en la concientización y en la educación. Podemos implementar este tipo de servicios en toda la ciudad, pero si no contamos con el apoyo de los vecinos, la gestión es nula”.
Por ello, Emaseo trabaja en colaboración con las unidades educativas, universidades y administraciones zonales, para fortalecer la práctica ambiental.

La experta en gestión ambiental Inés Alvarado subraya que el trabajo con la comunidad es fundamental para avanzar en el proceso a largo plazo. “América Latina es la región que menos recicla en el mundo. Sin embargo, gracias a programas de concientización y planes de recolección, países como Bolivia y Colombia pasaron de reciclar el 1 % al 34,4 % y 28,5 % respectivamente”, precisa.
¿Pero qué ocurre con los residuos después de ser recolectados? Diana Hernández, especialista en Gestión Ambiental de Emaseo, explica que estos son llevados a la planta de separación, al sur de la ciudad, donde luego son aprovechados por los recicladores de base.
“Una vez separados, los recicladores de base realizan un proceso de agregación de valor del material y posteriormente lo comercializan”, detalla.
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Nayón le apuesta al medioambiente
El plan piloto en este valle de Quito fue el más exitoso de los tres implementados. Daniel Anaguano, presidente del GAD parroquial asegura que ahí la medida inició en 2021 con una propuesta de la Red Nacional de Recicladores y la Asociación Sonríe.
“Empezamos con dos ciudadelas y terminamos con veinte, tantas que ya nuestra única camioneta no daba abasto”, asegura. Cuatro años después, este describe como ‘exitosa’ la implementación. “Nuestro reto pendiente es el centro de Nayón”, señala.
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