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Monica Cassanello | No solo por un tsunami

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La reciente alerta de tsunami nos llevó a centrar nuestra preocupación en las áreas costeras y en ciudades como Guayaquil

Perder hectáreas de bosque significa tener menor capacidad de captura de carbono, lo que incrementa las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto se debe a que los árboles absorben dióxido de carbono; si desaparecen, este se libera. De acuerdo con Global Forest Watch, el año pasado desaparecieron 38.000 ha de bosque natural, que equivalen a 25 millones de toneladas de emisiones liberadas a la atmósfera.

El 2024 fue devastador para nuestros bosques por los incendios (espontáneos y provocados), pero no son ellos el único factor de la progresiva deforestación. La agricultura y ganadería, la tala y la expansión urbana van mermando las zonas verdes. En las regiones costeras, según Agearth (Asociación de Graduados de Earth-Ecuador), en 2018 existían 161.835 ha de manglar, y ya para entonces el libro Árboles de Guayaquil documentaba que Ecuador había perdido cerca de 27 % de sus manglares originales. Hoy tiene 155.000 ha, lo que significa que en apenas siete años han desaparecido casi 7.000 ha. En este caso las causas son, además de la expansión urbana, la contaminación y la acuacultura.

La reciente alerta de tsunami nos llevó a centrar nuestra preocupación en las áreas costeras y en ciudades como Guayaquil. Esta, por su ubicación en un estuario, al nivel del mar, es más vulnerable a inundaciones. Los manglares son una barrera natural contra este tipo de fenómenos, de allí la importancia de recuperar las hectáreas perdidas y preservar e incluso incrementar las zonas donde estos ecosistemas prosperan. Más aún si consideramos que, a la par que forman un muro para proteger las costas, tienen una enorme biodiversidad, absorben y almacenan CO2 en sus raíces, y ayudan a frenar el desgaste y erosión de los suelos, combatiendo la sedimentación.

La Prefectura del Guayas junto con ambientalistas y docentes de una universidad están llevando adelante un proyecto para restaurar manglares en esta provincia. Si estos pueden recuperarse más rápido que los bosques terrestres, vale apoyar esta iniciativa para rescatar y potenciar este pulmón verde y escudo protector de nuestro territorio, y acelerar así la reforestación en Ecuador.