Quito

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Monitoreo. Edwin Viracucha, coordinador del Centro de Monitoreo Terras del IG-EPN, explica el sistema.Henry Lapo / Expreso

Los datos sobre los sismos cambian según las agencias

El IG-EPN reportó el terremoto del 23 de noviembre con una magnitud de 4,6. Los servicios de monitoreo sísmicos de Europa y EE. UU. registraron otra cifra

Cambios en las magnitudes. El sismo de Quito del 23 de noviembre liberó energía y su medición inicial fue de 4,2; después pasó a 4,5 y finalmente terminó en 4,6. ¿Por qué las diferencias?

En las calles lo único que la gente sabe es que tembló fuerte. “Estuvo larguísimo”, “Se oyó un estruendo”, “La casa se zarandeó” son las frases que se cuelan en las conversaciones familiares o de amigos.

Ya a nivel de expertos, si la magnitud es de 2, significa 33 veces más potente que 1. Si es de 3, representa una fuerza 100 veces mayor que 1.

Para Sandro Vaca, investigador del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (IG-EPN), las variaciones de las magnitudes no se deben a errores, sino a “precisiones” en los cálculos. Para establecer la magnitud de un sismo, los sismógrafos, que son los equipos que recogen los datos sobre los movimientos telúricos, hacen un cálculo automático con los primeros datos. Eso se conoce como reporte preliminar.

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Después de unos minutos, los investigadores del IG-EPN reciben nueva información de aparatos que están más distantes al epicentro. En el país hay más de 200 sismógrafos.

Con las cifras, los investigadores hacen cálculos y corrigen las coordenadas, las magnitudes o las profundidades.

“Lo que varía es 0,1 o 0,2... pero no más”, afirma Vaca.

Los cambios en las magnitudes son duramente cuestionados por el geólogo Theofilos Toulkeridis, docente investigador de la Escuela Politécnica del Ejército. Dice que las magnitudes registradas por el IG-EPN no coinciden con las que reportan otras instituciones como el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) o el Centro Sismológico Euromediterráneo (CSEM)

Ambos servicios informaron desde el primer momento que el sismo de la capital fue de 4,9.

“Están haciendo mal los cálculos, porque no saben interpretar los datos”, dice Toulkeridis, quien recuerda los fallos.

En Guayaquil, en 2017, se dio otro error de cálculo. El IG-EPN reportó el 17 de noviembre de ese año un sismo de 6,2. Un mes después lo corrigió a 5,2. “Si hubiera sido de 6,2 se habría dañado la mitad de los edificios de la ciudad”.

Como investigador, Toulkeridis indica que esos errores perjudican la política de gestión de riesgos y pueden costar vidas, ya que, por ejemplo, un sismo de 7,5 en el mar no genera alerta de tsunami, pero uno de 7,6 sí produce esa alarma.

Vaca, del IG-EPN, defiende el trabajo de la institución. Sostiene que siempre existen variaciones entre los servicios de monitoreo de cada país. “Después de los datos preliminares se corrige la magnitud en más o menos 0,2 o 0,3”, aseveró.

PARA SABER

  • Diferentes escalas

Según el IG-EPN, en el país las lecturas se realizan en la escala de magnitud local, que usa la clave ML, y también es conocida como Richter.

  • Distancias cortas

La magnitud ML evalúa a distancias cortas desde la fuente sísmica. Se usa para evaluar movimientos telúricos en períodos cortos y a distancias relativamente pequeñas.

  • Prevención

Los datos de sismos se usan para mapear los riesgos.

LA CIFRA

4,9

MW (la magnitud de momento) fue la energía liberada en el sismo de Quito, según EE. UU.