
El Progreso en Zapotillo recupera su historia con la restauración de su patrimonio
La comunidad recuperó su antigua iglesia y la escuela de barro con apoyo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
En el extremo sur de la provincia de Loja, donde el calor marca el ritmo de los días y el paisaje se viste del dorado de los guayacanes, el barrio El Progreso, perteneciente al cantón Zapotillo, volvió a renacer.
En esta zona del Bosque Seco, la gente decidió no permitir que el paso del tiempo borrara su historia. Hoy, tras meses de esfuerzo y trabajo conjunto, su antigua iglesia y la escuelita de barro -hoy casa comunal- fueron restauradas, devolviendo al lugar su valor simbólico y cultural.
Las obras se ejecutaron con el apoyo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) a través de las Líneas de Fomento, con una inversión de $ 25.000 por cada proyecto. Sin embargo, más allá de los recursos, el verdadero impulso provino de la comunidad, que se unió para recuperar lo que por años había sido el corazón del barrio.
La antigua iglesia, construida con barro, madera y teja bajo la técnica tradicional conocida como Toscón, estuvo al borde del colapso. Los muros se abrían, el techo amenazaba con caer y el abandono parecía inevitable. Pero el rescate llegó a tiempo. Hoy, el edificio se mantiene firme, conservando su esencia original y su valor como punto de encuentro para los habitantes.
Mingas comunitarias que refuerzas lazos vecinales
A pocos metros, la escuelita de barro también volvió a la vida. Por generaciones fue el lugar donde los niños aprendieron sus primeras letras y donde hoy los mayores se reúnen para planificar mingas o celebrar festividades. Su restauración permitió rescatar una técnica constructiva propia de la zona: el bahareque con varas de gualtaco, un método ancestral que brinda frescura y resistencia, y que estaba en riesgo de desaparecer.
“Este trabajo lo hicimos todos. Las mingas fueron el alma del proyecto. Participaron niños, jóvenes y adultos; todos pusimos algo para ver de pie estos espacios que tanto significan para nosotros”, señaló Jorge Rueda, presidente del barrio El Progreso.

La bióloga Samantha Sanz Valderrama, quien conoce la zona, aseguró que estas intervenciones también abren la puerta al turismo comunitario. “El Progreso es parte del Bosque Seco, un lugar lleno de vida y biodiversidad. Aquí hay aves, monos, cocodrilos, buena comida y tradiciones vivas. Estos espacios recuperados ayudarán a mejorar la economía y a mantener nuestra cultura”, dijo.
El INPC, a través de las Líneas de Fomento, impulsa este tipo de proyectos que combinan conservación patrimonial con participación ciudadana, permitiendo que los saberes antiguos sigan transmitiéndose entre generaciones.
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