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Trabajos. La unión de los padres permitió que el bachillerato sea una realidad.FREDDY INGA

El bachillerato llega después de veinte años a comunidades olvidadas de Loja

Autoridades y residentes se unieron para hacer realidad el sueño escolar de decenas de estudiantes

En los barrios Ceibal y Algodonal, en el cantón Sozoranga provincia de Loja , la educación nunca ha sido un camino sencillo. Para muchos jóvenes, estudiar significaba recorrer más de 10 kilómetros cada día, soportar el sol, la lluvia y los caminos polvorientos.

Para otros, el trayecto era tan duro que terminaban abandonando el colegio antes de tiempo. Durante años, la falta de un bachillerato cercano marcó la vida de decenas de familias rurales que no tenían cómo costear transporte ni alojamiento en otras parroquias.

En Ceibal, la Unidad Educativa Nelson García Solano acoge a 46 estudiantes. Cuando terminaban la primaria, la única opción era viajar hasta Tacamoros para continuar sus estudios.

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 Freddy Solano, padre de familia, recuerda el nudo en la garganta al saber que no tenía los recursos para enviar a sus hijos. “No puedo pagar transporte todos los días, y tampoco puedo alquilar un cuarto para que se queden allá. Como padre duele aceptar eso”, expresa. Sus hijos, como tantos otros, debían levantarse a las cuatro de la mañana para caminar con la mochila al hombro y regresar, ya de tarde, bajo el mismo sol que les quemaba la piel.

Pero este año, la historia comenzó a cambiar. Recientemente se aperturó el ciclo de bachillerato en Ceibal y Algodonal. La noticia fue un alivio para familias enteras que veían cómo la distancia apagaba los sueños de sus hijos. En Ceibal ya funcionan primero y segundo de bachillerato, con 7 y 5 estudiantes respectivamente. 

En Algodonal, donde 35 jóvenes madrugaban desde antes del amanecer para recorrer hasta 15 kilómetros, la apertura del bachillerato marca un antes y un después. Ahora, los adolescentes pueden estudiar en su propia comunidad.

El compromiso de los residentes y padres de familia también ha sido determinante. A través de mingas, y con el apoyo del Municipio de Sozoranga, los padres levantan dos nuevas aulas para asegurar que los estudiantes tengan un espacio adecuado. En cada jornada se ven madres acarreando agua, padres cargando bloques y jóvenes ayudando con lo que pueden. 

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El bachillerato llega a Ceibal y Algodonal y abre un futuro que antes parecía inalcanzable.FREDDY INGA

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