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Juan Carlos Holguín: En el inglés está una oportunidad

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Hoy el inglés se ha consagrado como el idioma de los servicios y la programación

En el año 2008, durante las últimas discusiones del texto constitucional de Montecristi, recuerdo haber escuchado a un asambleísta mencionar que se debería colocar un mandato constitucional para enseñar obligatoriamente el quichua como segunda lengua en todas las escuelas del país.

Un académico alemán mencionó que sería un error, pues la herramienta que se debería entregar a los niños y jóvenes del Ecuador era el inglés. Se vivía por entonces una inmensa algarabía nacionalista, por lo que nadie se atrevió a seguir el consejo.

Si bien es cierto que el quichua es reconocido como uno de los idiomas oficiales del Ecuador y hay que tener políticas públicas para que su uso se mantenga y fortalezca en nuestro territorio, el inglés es actualmente el idioma global.

Un reportaje de El Confidencial describe que actualmente existen 375 millones de personas en la angloesfera. Pero si añadimos las naciones donde el inglés es el idioma cooficial, encontramos 59 países y 1.500 millones de habitantes en los cinco continentes que hablan inglés.

El inglés es el idioma de los negocios, de la ciencia, pero también lo es de la música, del cine o de la aviación. Actualmente también es el idioma de la tecnología. Aunque el inglés se forjó como idioma global en la expansión del imperio británico, se consolidó con la influencia ejercida por Estados Unidos después de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial.

El inglés empezó a ganar respeto internacional gracias a los avances de EE. UU. en materia industrial y militar. También logró que su idioma se masifique con la llegada de las multinacionales a Europa y con su estrategia de diplomacia cultural a través de las películas de Hollywood y la música rock.

Pero el punto de inflexión llega en la década de los 90, con la globalización y la expansión del internet en el mundo, además de la masificación de los computadores y teléfonos celulares. Hoy el inglés se ha consagrado como el idioma de los servicios y la programación.

La pandemia de COVID, la guerra de Rusia contra Ucrania y otras realidades de la coyuntura global han generado una necesidad de servicios de cercanía para Estados Unidos, que se conocen como ‘nearshoring’, dejando de lado habituales mercados de servicio como India o Filipinas. El término ‘nearshoring’ se refiere a la transferencia de procesos de negocio, tecnología o servicios a terceros ubicados en destinos cercanos.

México, Costa Rica, República Dominicana o Guatemala han entendido bien esta necesidad y han capitalizado la oportunidad, formando ciudadanos que han logrado empleabilidad inmediata, especialmente en las industrias de servicios y programación. Nuestro vecino Colombia tiene más de 160.000 plazas de trabajo solamente en servicios de ‘contact center’ para Estados Unidos. ¿Por qué lo ha logrado? Porque muchos jóvenes colombianos hablan inglés.

Ante la necesidad de generar empleo y que nuestros jóvenes tengan un futuro asegurado, se debe implementar una política pública de enseñanza de inglés y de programación en la nube. Ecuador podría ser una potencia regional por la calidad probada de nuestra gente. El ‘nearshoring’ es una actividad económica vital para la economía regional y global que Ecuador debe aprovechar.