Editoriales

Vergüenza institucional

La vergüenza institucional ya nos ha costado suficientes recursos económicos, pero sobre todo ha atentado contra el prestigio del Ecuador en el concierto internacional.

Las malas noticias parecen no dar tregua en una nación que intenta salir de la crisis provocada por la pandemia. Tras el pésimo manejo de los fondos de la Policía (que, para variar, intentarán recuperar con el dinero de los contribuyentes), ahora resulta que más de cincuenta diputados destituidos en 2007, por decisión del entonces Tribunal Supremo Electoral, reclaman compensaciones ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que podrían llegar a costarle al país más de diez millones de dólares. El caso, que está en la etapa final en ese organismo internacional, es analizado por la Procuraduría General, que ya ha contratado una consultoría para sustentar su defensa. Pero ocurre que las decisiones que se toman en las altas esferas del poder (en sus respectivos momentos históricos) no han respondido a los intereses ciudadanos, sino a posturas o revanchas políticas e ideológicas que ponen en riesgo la seguridad jurídica nacional. ¿Hasta cuándo vamos a seguir haciéndonos cargo de los errores de funcionarios ineficientes, en nombre de sacrificios patrióticos? La vergüenza institucional ya nos ha costado suficientes recursos económicos, pero sobre todo ha atentado contra el prestigio del Ecuador en el concierto internacional.