Tener poder y usarlo

'El desfile de rostros y mensajes para presentar las medidas, las cifras y las explicaciones a todo lo que está pasando, da una imagen de falta de cohesión en quienes tienen el encargo de mandar’.

Estar al mando en una pandemia y un estado de excepción es tener el poder de decidir qué derechos se suspenden y qué restricciones se imponen. Es mucho poder. Y mucha responsabilidad. Tener la facultad de tomar esas decisiones significa también tener la obligación de tomarlas. Si se asume el poder es para ejercerlo. Los aciertos serán méritos y los errores, desgaste. Pero tienen que darse.

Estar paralizados, dubitativos, repartirse los momentos de protagonismo o de tensión no va a ayudar. Porque si fuera un momento que admite vacilaciones, no habría estado de excepción.

Ecuador y, particularmente, Guayas y Guayaquil necesitan disposiciones y cumplimiento. Para salir de esto cuanto antes, porque la provincia y la ciudad y sus gentes y empresas no van a resistir eternamente a que el coronavirus se disipe lentamente. Las indecisiones y la laxitud a la hora de hacer cumplir las disposiciones, aparte de sembrar una percepción de falta de control, va a tener un efecto perverso: la extensión de las limitaciones. No echen la culpa al indisciplinado, al egoísta, al inconsciente o al necesitado. Quienes llegaron al poder lo hicieron sabiendo cómo es el tejido social del país y de la ciudad. Las decisiones oportunas y ajustadas a esa realidad están en sus manos.