Silencio irrespetuoso

Lo que la autoridad local no termina de entender es que el irrespeto no es hacia un medio de comunicación, sino hacia la ciudadanía y es no responderle a los electores

Las autoridades de Guayaquil han asumido el silencio como una respuesta recurrente a las críticas a su gestión, como si no tuviesen ninguna responsabilidad en el manejo irregular de las vallas publicitarias ni de las multas por los fotorradares ni la contratación del proveedor estrella de la autoridad a cargo del tránsito en la ciudad. Tampoco existe pronunciamiento alguno ante la reacción desmedida de un director municipal contra un ciudadano, lo que fue viralizado por las redes sociales.

La autoridad local no termina de entender que la falta de respuesta no es hacia un medio de comunicación, sino hacia la ciudadanía, entre los que están quienes votaron por ella y la pusieron en ese puesto para administrar de mejor manera la ciudad. Algunos dirán que callar, en el fondo, es una respuesta. Sí, pero no es la que los ciudadanos merecen. Guardar silencio es generalizar el irrespeto hacia los habitantes de la ciudad.

El enmudecimiento ha contagiado a otras instituciones como la Defensoría del Pueblo, que tampoco exige respuestas, y a la Contraloría General del Estado, que debería abrir una auditoría por los permisos irregulares para el uso de vallas publicitarias, pero no lo ha hecho. Si estas entidades no actúan, el ciudadano debe demandar una respuesta, que no puede ser más silencio.