Un sentido de país

Se construye futuro desde el puesto de mando, pero también desde una oposición responsable y comprometida. No con la complicidad y el encubrimiento. La clase política está hoy más que nunca en examen.

Ecuador no ha tenido oposición en los últimos 14 años y, en los últimos cuatro, la fiscalización en profundidad ha dejado muchas líneas en la cuenta de pendientes. Hoy, el país espera un sentido de país en sus representantes. Siempre lo ha hecho. Los ecuatorianos acuden a las urnas esperando que el resultado revierta las inercias de indiferencia y resignación a las que conduce esa mala práctica política que se interesa más por conservar la reputación y extender su período que en resolver los problemas de la ciudadanía.

La corrupción que impera, el desempleo que sega oportunidades o la desilusión con la que conviven los ecuatorianos deben ser la cancha marcada para la renovada clase política. No solo por el cambio de color en el Gobierno sino por el cambio de formas. Están hoy más que nunca en examen los asambleístas y los representantes de la oposición para abandonar la comodidad del silencio cuando hay que corregir y la complicidad, en algunos casos, cuando hay que denunciar. Que nadie sea encubridor ni siquiera de la ineficiencia o los incumplimientos. Se hace país desde el puesto de mando, pero también desde una confrontación responsable, minuciosa y propositiva. Los ecuatorianos, o sea, sus mandantes, lo merecen.