Editoriales

A rendir cuentas

"Resulta esperanzador que los magistrados comiencen a indagar de dónde provenían las órdenes para, por ejemplo, repartirse los hospitales del país a diestra y siniestra"

Solo hasta hace unos días, la justicia ecuatoriana se había fijado en funcionarios de poca influencia, aquellos que tuvieron -y tienen- participación directa en casos de corrupción que continúan en investigación. En definitiva, en los peces chicos, aquellos que serían considerados como simples ejecutores de planes gestados desde altas esferas de poder. Y es correcto que se los procese por posibles malas prácticas en el sector público, pero no solo a ellos. Resulta esperanzador que los magistrados comiencen a indagar de dónde provenían las órdenes para, por ejemplo, repartirse los hospitales del país a diestra y siniestra; o quién disponía que tal o cual empresa participara con cancha inclinada en turbios concursos con fondos de todos los ecuatorianos. El sistema de justicia tiene la obligación histórica de posicionar el mensaje de que nadie está exento de rendir cuentas de su gestión, que todos, por muy importante cargo que hayan desempeñado, deben comparecer ante los juzgados para aclarar cualquier duda en relación a sus funciones. Esta es la única manera que tienen de preservar el buen nombre al que apelan cuando caen en desgracia, solo dando la cara podrán defender su honor cuando la razón les asiste. De lo contrario, quedarán en la memoria nacional como parte del estado fallido.