Editoriales

En Quito y en Guayaquil

"Las reacciones, tanto del concejo cantonal, como de la ciudadanía, son diferentes en ambas ciudades ante cuestioamientos al manejo de los recursos públicos"

La cuestionada conducta del alcalde de Quito en la adquisición de pruebas para detección del coronavirus, así como los presuntos negociados de su hijo, desataron la reacción del concejo cantonal y de los ciudadanos. El pedido de renuncia al alcalde es consecuencia de la diversidad ideológica y partidaria de los concejales quiteños, una pluralidad que ha dado paso a que se investigue el manejo de los dineros del cabildo, acción amplia y manifiestamente respaldada por una ciudadanía involucrada e indignada, que exige que se aclare lo sucedido, con las sanciones que el caso amerite.

En Guayaquil en cambio, los cuestionamientos sobre valores pagados por contratos de limpieza de la ciudad y por el proyecto de arte urbano municipal, no han merecido ninguna solicitud de investigación de los concejales, escudados tras un impenetrable espíritu de cuerpo. Y la ciudadanía, tampoco ha ejercido ningún tipo de presión que supere el ámbito de las quejas en redes sociales para que se despeje cualquier duda sobre la gestión de la alcaldía.

Tanto los concejos cantonales como los contribuyentes deben fiscalizar el uso de los recursos de la ciudad y exigir sanciones, e incluso la renuncia de la autoridad, si se comprueba que estos no son manejados con transparencia y eficientemente.