Presidente, diga los nombres

El presidente está obligado a revelar lo que sabe y, no solo eso, denunciarlo ante la Fiscalía...

Lo sabe, pero calla. El presidente conoce, o al menos así lo ha expresado públicamente, las conexiones de algunos asambleístas con las mafias del narcotráfico y la corrupción, pero prefiere guardarse esa información para revelarla como parte de su defensa en el juicio político que ya arrancó. La “revelación” del presidente no es novedad. Sin duda hay legisladores vinculados a estos grupos delictivos, lo que inquieta es que el jefe de Estado, llamado a velar por el cumplimiento de la ley y la Constitución, pretenda usar esa información que dice poseer para un rédito personal.

Suena a chantaje. Suena a: ‘tengo esto en mis manos y lo revelaré si votan a favor de mi destitución’. Suena a: ‘si me van a enlodar, no saldrán limpios’. Por más estrategia que exista detrás de esta decisión de guardarse información relevante, simplemente es una postura irresponsable e irrespetuosa con los ciudadanos. Los contribuyentes merecen saber quiénes son esos “honorables” que se codean con las mafias del narcotráfico y a quienes se les paga un sueldo con los impuestos de todos.

El presidente está obligado a revelar lo que sabe y, no solo eso, denunciarlo ante la Fiscalía. Y si no lo hace, el simple señalamiento debe movilizar de oficio a la fiscal general. Contar con asambleístas vinculados al narcotráfico es inconcebible, pero lo es más que un presidente, sabiéndolo, lo calle para utilizarlo cuando le sea útil a él.