Que las playas vuelvan a brillar

Las playas, de Esmeraldas a El Oro, deben volver a brillar. Deben regresar a sus verdaderos dueños: los ciudadanos

Donde se busca tranquilidad abunda la preocupación de no saber si saliendo de un restaurante una ráfaga de balas alcanzará a algún familiar o a uno mismo. Las playas pasaron de ser lugares de distracción y paz a sitios de desolación. No bastó con la pandemia, ahora la inseguridad acorrala a quienes viven del turismo que atraen estos maravillosos destinos que cada día pierden su brillo.

Debe asombrar que sicarios actúen con un desparpajo abrumador al asesinar a una persona en el parqueadero del Municipio de Playas. Que lleguen a un restaurante de Montañita a asesinar al que es y al que no es, sin que les importe si hay niños o que una bala alcance a algún inocente. Que desde estas playas salgan cargamentos de droga sin que nadie controle. Que los mismo pescadores sean reclutados por las bandas del narcotráfico so pena de matarlos a ellos y a sus familiares si osan rechazar la oferta.

Toda esta realidad debe asombrar y provocar una reacción unísona. Las playas, desde Esmeraldas hasta El Oro, deben volver a brillar. Deben regresar a sus verdaderos dueños: los ciudadanos. Ellos son los llamados a exigir que el Gobierno Nacional cumpla con su obligación de dotarlos de seguridad. Que los impuestos no sirvan solo para llenar los bolsillos de unos cuantos. Que se vea y sienta que sirven para su verdadera finalidad.