Sin planificación ni ciudadanía

Un gobierno no puede someterse a un plan que viola sus promesas de campaña. El plan tiene que considerar la satisfacción de las necesidades humanas básicas’.

La ausencia de planificación, trátese del ámbito nacional o local, va más allá de la formalidad de cumplir con los requisitos que establece el Consejo Nacional Electoral en cuanto a inscribir un plan. Al respecto cabe destacar que un plan siempre estará sujeto a diverso tipo de contingencias, especialmente políticas, que obligan a su reconfiguración, y esta tiene carácter de obligatoria puesto que es la que otorga precisamente viabilidad política. Por ello, se pretende avanzar hacia una planificación participativa, surgida de la permanente consulta y escucha de la voz ciudadana.

Lamentablemente, casi nunca se planifica con sustento de esa naturaleza y se impone el criterio del gobierno en turno, con o sin plan. Ello es posible por la ausencia de ciudadanía, entendida como la condición que induce a la participación cívica en la vida política del país o la ciudad.

Obviamente entonces, en una situación como la descrita no es posible ejercer la práctica del reclamo ciudadano individual -peor colectivo, sin ciudadanía social-, alzando su voz frente a los actos de quienes han recibido el mandato de gobernar.

Es obligatorio por tanto insistir en instaurar robustas escuelas de ciudadanía que, difundiendo deberes y derechos enseñen también a reclamar y a exigir rendición de cuentas a los electores.