Pago discrecional y opaco
Es inaudito que ciertas Sociedades de Gestión Colectiva como Soprofon, encargadas de esta recaudación, actúen interpretando la ley a su conveniencia
En Ecuador la protección de derechos intelectuales de artistas se ha convertido en un sistema amañado y con indicios de estar beneficiando no a quienes se debe (autores, artistas, intérpretes) sino a quienes están detrás del cobro de piezas musicales, cuya administración de recursos se ejecuta de forma discrecional y sin un real control.
Es inaudito que ciertas Sociedades de Gestión Colectiva como Soprofon, encargadas de esta recaudación, actúen interpretando la ley a su conveniencia. La norma, si bien las faculta a receptar recursos incluso bajo la presunción del uso de obras, no las exime de rendir cuentas de su legitimidad de cobro y del uso que le dan al dinero. Deberían hacerlo no solo en sus sitios web oficiales, sino ante el Senadi, y este ente, a su vez, demostrar un riguroso control sobre lo que se hace, como un acto de transparencia.
Pero eso no sucede. Y no es posible que esta recaudación que, se realiza prácticamente como el cobro de un impuesto, se asigne a gestiones opacas, con el riesgo de estar beneficiando a unos pocos. Si quieren hacer validar su existencia, estas sociedades deberían empezar por generar confianza en los usuarios, detallar el destino del dinero que sale de sus bolsillos, y con ello demostrar que esta recaudación se hace a cambio de dar un servicio, pero eficiente y justo para todos.