Pagar lo que es debido

Existen funcionarios públicos que no declaran, o pagan irrisorias cantidades de impuestos, que no se compadecen con el estilo de vida que llevan, ni con los bienes que poseen o la dinámica que generan sus empresas

La equidad fiscal no solo es lograr que el que más riquezas tiene, más tributos pague; es también desafiarnos como país para que quienes son funcionarios públicos, autoridades o grandes referentes en la sociedad, aporten lo justo a las arcas del Estado. Lo que corresponde.

Los impuestos hoy son la principal fuente de los ingresos que solventan la operatividad del país, pero que muchos funcionarios, ante un flexible o inexistente control, osan burlar. Así, alcaldes, ministros, subsecretarios... no declaran o pagan irrisorias cantidades de dinero que no se compadecen con el estilo de vida que llevan, ni con los bienes que poseen o la dinámica que generan sus empresas, con evidente falta de civismo. Y solo hay dos posibles razones: o están robando al Estado o su accionar está vinculado a actividades ilícitas que nadie inspecciona como debe. En cualquiera de los escenarios, la autoridad recaudadora está llamada a actuar con eficiencia y celeridad. Hoy, en un mundo interconectado, que facilita el cruce de data, es fácil hacer un barrido de nombres, cargos y rangos de ingresos para identificarlos. Si el SRI en verdad aspira a “que todos paguen todo. Ni un centavo más, ni un centavo menos”, como lo vienen anunciando, bien podrían empezar por armar y auditar esta lista de evasores.