Una oportunidad diaria

Y cada día, los entes de control se reivindican. O por incapaces o por desmotivados. Nadie vaya a decir que son partícipes

Amanece cada día y así como el sol reedita su jornada, los órganos de control del país, como los que vigilan quién lava dinero, tienen una nueva oportunidad para evitar que unos pocos estafen a todos. Cada día, una oportunidad de detectar lo que hay detrás de esos puestitos de comida rápida que todos presumen que es más que un negocio callejero. Cada día, una oportunidad de revisar los patrimonios de esos orgullosos cargos electos que donaron por años su sueldo y, sin herencia conocida, viven en mansiones o acuden a centros hospitalarios con manutenciones astronómicas. Cada día, una oportunidad de pedir a las entidades financieras el recorrido de transacciones millonarias que, en lugar de cumplir con las inversiones de entes de jubilación, se desvían al extranjero sin ser detectadas por ningún radar. Cada día, una oportunidad de curiosear si los autos lujosos, los viajes paradisíacos o las cuentas bancarias sin un solo movimiento en cuanto a gastos son coherentes con los sueldos de apenas unos miles de dólares mensuales que cobran funcionarios de todo sector y rango en el Estado. Cada día, hay una oportunidad.

Y cada día, los entes de control se reivindican. O por incapaces o por desmotivados. Nadie vaya a decir que son partícipes.