Al Niño hay que ganarle esta batalla
La preparación que requiere el país para enfrentar este fenómeno natural debe ser responsabilidad tanto de los funcionarios entrantes y los salientes
El país atraviesa por varias crisis, entre ellas una política, que le resta al Gobierno margen de acción en ciertos campos; pero eso no debería ser una excusa para que el Ministerio de Agricultura y el de Obras Públicas no enfoquen su tarea en lo urgente: en los letales efectos que, se advierte, podría dejar el fenómeno de El Niño a fines de este año.
Restan seis meses para que las actuales autoridades dejen sus funciones y para que en su reemplazo asuman quienes ganen en las urnas, pero esa transición no debería desenfocar el trabajo de prevención. La preparación que requiere el país para enfrentar a este desastre natural debe ser responsabilidad tanto de los funcionarios entrantes y salientes. La idea es minimizar efectos y no tener que repetir las millonarias pérdidas que este evento dejó en 1982 y 1998.
El poco tiempo de funciones no puede ser un pretexto para no actuar. No solo basta identificar ahora las áreas más vulnerables y decir que ya, en la actualidad, existen créditos flexibles para potenciales afectados, debería ahora mismo diseñarse una política integral que encamine la inversión en varios frentes: en el desarrollo de infraestructura y otros planes indispensables para afrontar las consecuencias propias de este tipo de eventos naturales. Al Niño hay que ganarle esta batalla.