Editoriales

Todo lo malo se pega

Pero ese mutismo generalizado seguirá siendo irremediable mientras la ciudadanía no alce la voz cuando se sienta estafada por quienes tienen la obligación de atenderla dignamente

Debe de haber un apartado en el manual que reciben los ministros y altos cargos al asumir su rol que les sugiera o imponga esconder la cabeza bajo la tierra cuando broten los problemas en su gestión. Es eso o es que las malas maneras se contagian entre predecesores y sucesores. No hay otra explicación a que, tras 14 años de funcionarios caprichosos en su gestión y en sus explicaciones, los recién llegados que decían distinguirse de la opacidad anterior se acojan también al silencio.

Pobres ciudadanos desamparados que cada vez que cambian de mandatarios confían en ser escuchados y en que se resuelvan sus problemas y lo que reciben por respuesta es el silencio. Que se desaparecen un cerro protegido o un manglar, silencio. Que las mafias hospitalarias que desabastecen de medicinas la salud pública siguen con sus plazas fijas de funcionarios, silencio. Que se contamina el aire que respiran todos, silencio. Que desaparecen 800 millones de dólares de un seguro social, silencio. Que ocultan informes con irregularidades en el uso de dinero público, silencio.

Pero ese mutismo generalizado seguirá siendo irremediable mientras la ciudadanía no alce la voz cuando se sienta estafada por quienes tienen la obligación de atenderla dignamente.