Que no le vean la cara...

Los concejales guardan silencio. La Defensoría del Pueblo guarda silencio. Es la pandemia del silencio que está contagiando hasta a los ciudadanos...

La corrupción, literalmente, es parte del paisaje. Las vallas publicitarias irregulares que aún adornan la vista guayaquileña son la fiel evidencia de una administración municipal que maneja los recursos de los contribuyentes a su antojo, y nadie dice ni hace nada. La alcaldesa guarda silencio. Los concejales guardan silencio. La Defensoría del Pueblo guarda silencio. Es la pandemia del silencio que está contagiando hasta a los ciudadanos, quienes son fieles testigos, todos los días, de esas irregularidades al transitar por las calles de Guayaquil. Y como el caso vallas hay varios y en todas las ciudades del país.

Exigir, exigir, exigir, como se mencionó ayer en este mismo espacio, es un derecho de los ciudadanos. Pero también reaccionar, reaccionar y reaccionar es su obligación. Si los políticos y las autoridades hacen poco o nada, la obligación de los ciudadanos es actuar. Demandarles que reaccionen, primero, y si no lo hacen, actuar.

El término ‘contraloría social’ debe esparcirse por el país. El voto, aunque para algunos es un instrumento desprestigiado -y es una postura comprensible-, no deja de ser una de las pocas herramientas ciudadanas para responder a la indolencia e inacción de la clase política. Dejarse ver o no la cara por parte de las autoridades debe ser la primera decisión de todo ciudadano al levantarse, si se quiere cambiar el rumbo de las ciudades.