Editoriales

Sin el Izquieta Pérez y sin vacunas

"Es obligación de todo gobierno reparar los atropellos de los regímenes que lo antecedieron"

Una de las más torpes y dañinas acciones del gobierno anterior, todavía no remediada por el actual, fue el desmembramiento del Instituto Nacional de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez. Como casi siempre ocurre, a las personas, las instituciones o a las cosas se las añora cuando se las pierde.

En el caso de la usurpación del instituto, reclamar su devolución a Guayaquil no es producto de una comprensible nostalgia burocrática o la simple defensa de un patrimonio administrativo. Su creación fue, sí, el resultado de una acción encabezada por prestantes salubristas guayaquileños pero, su ámbito, que pronto cubrió a todo el Ecuador, lo definió como una institución científica de primer nivel, en el campo de la investigación y el diagnóstico de las patologías propias de las regiones tropicales. Así, su pródigo y benéfico trabajo, determinado por las imposiciones propias de la geografía, que normalmente determinan el clima, hicieron de su localización en la urbe huancavilca un hecho estratégico que está pasando factura con su abrupta deslocalización, sin ninguna ventaja visible hasta la fecha

Bien haría entonces el gobierno nacional en devolverlo con urgencia a su sede fundacional, restaurando los servicios que prestaba, cuya carencia, ahora con pandemia, es más visible y dolorosa que nunca.