Hora de la rendición de cuentas

"Han sido épocas duras por la pandemia y la estrechez fiscal, pero no es el momento para quejarse sino para dar fe y poner sobre la mesa cómo manejaron la escasez"

Transcurrido el medio tiempo en la gestión para las que fueron elegidos alcaldes y prefectos, al igual que las damas que ocupan tales sitiales de autoridad, deben dar debida cuenta de cómo han administrado los recursos de los contribuyentes, qué obras, visibles e invisibles, atestiguan su paso por el poder, y cómo piensan culminar sus respectivas gestiones a favor de los ciudadanos.

Han sido épocas duras por la pandemia y la estrechez fiscal, pero no es el momento para quejarse sino para dar fe y poner sobre la mesa cómo manejaron la escasez. Es en tales circunstancias cuando se prueba quiénes saben servir, y tienen efectividad mucho más allá de los discursos y propaganda propias de la vocinglería electoral.

El servicio público reconoce dos artes muy distintas: el de la política y el de la administración. Para el gobierno local y el provincial, la obra pública que mejora la vida de los ciudadanos es la vara con la que se mide el buen gobierno, que es el que demuestra la mayor eficiencia, visión y economía en su quehacer. No son palabras, son hechos y son trabajos que deben beneficiar a las localidades que depositaron su confianza en quienes se comprometieron a mejorar el bienestar de la gente.