El honor de los funcionarios públicos

Es lamentable que muchos funcionarios públicos abochornen con su comportamiento y contribuyan a mayor descrédito de la actividad pública’.

Cabe recordarlo: honor es una cualidad moral que impulsa a una persona a actuar rectamente cumpliendo los deberes propios respecto al prójimo y a uno mismo. Se trata de un concepto ideológico que justifica conductas y explica relaciones sociales. Como todos los seres humanos, los funcionarios públicos tienen que aspirar a que se respete su vida privada pero, bien se sabe y así lo expresaba el expresidente Arosemena Monroy: la vida privada de los hombres públicos es más pública que la vida pública de las mujeres públicas. Debe ser respetable por tanto, sobre todo en relación al manejo de los patrimonios a su cargo. Por ello cabe esperar cierto recato, especialmente en quien tiene funciones de alta representatividad. Aceptando que el hábito no hace al monje sin duda, es característico de él.

Siendo una palabra polisémica cabría explorar muchas otras obligaciones y comportamientos relacionados con el honor. Oportuno es destacar entre ellas que el comportamiento del funcionario no solo atañe al respeto a sí mismo, se vincula también a lo que su cargo o designación representa. En síntesis, cabe decir aquello establecido para la mujer del César respecto a su honradez, entendida como su honor: no solo tiene que ser honrada sino también parecerlo. De otro modo expone su honor.