La realidad global va del caos al sosiego momentáneo, para volver al caos. La herencia de la pandemia es muerte, colapso económico y creciente fragilidad de la paz social. En China quiebra la mayor firma de bienes raíces con deudas astronómicas al mismo tiempo que el descalabro del mercado de energía les obliga a dar marcha atrás en la transición ecológica, pues no hay cómo producir sin energía. El Brexit les hace comprender a los británicos que su mercado laboral requiere del concurso de los ahora “afuereños”. A nivel global, la ruptura de la cadena de suministros alimenta la inflación desde el momento que los fletes marítimos se cuadruplican en valor. Finalmente, ha sido una semana de alto suspenso observando cómo el gobierno americano está en el borde del colapso y lo volverá a estar en plena época navideña.

En un mundo globalizado: ¿somos ganadores o perdedores? Mirando por el momento el lado positivo, la subida del precio del crudo pregona un ciclo de eventual alivio financiero público a lo largo del próximo año. Además, las cadenas de suministros muestran leves signos de estabilización. Las olas de pandemia han amainado. No estamos fuera del “área de candela” pero hay un sendero a seguir fuera del laberinto.