Extorsión extendida
Los vacunadores se están sirviendo de bases de datos robadas para contactar y atacar a sus víctimas, a las que previamente estudian
Los extorsionadores, cual plagas apocalípticas, están sembrando el hambre, la miseria y la pobreza en un Ecuador en el que no reaccionan contra ellos ni los ciudadanos ni las instituciones que deben brindarle seguridad a la sociedad, porque así lo manda la Carta Política del Estado.
Si bien hay una ley para la protección de datos, que conlleva sanciones para quienes la incumplan, esta no alcanza a los grupos criminales que han logrado obtener bases de datos y se sirven de ellas para cumplir sus propósitos extorsivos a través de los múltiples canales de comunicación, más que nada por llamadas telefónicas y mensajes de textos.
Como una forma de autoprotección, grandes empresas y cadenas de comercio están barajando opciones de seguridad para sus espacios y un alto número de personas ha tomado la decisión de no contestar las llamadas de números desconocidos o evitar a los extraños.
Pero ninguna de las acciones antes mencionadas, ejecutadas de forma individual o grupal, han logrado frenar la expansión delictiva en el territorio ecuatoriano, porque no responden a un plan integral de seguridad que permita atacar y destruir los cimientos de estas estructuras criminales. La respuesta de lo que hay que hacer está en las estrategias aplicadas en países cercanos, con resultados positivos.