El Gobierno planea en los próximos días tener un nuevo acercamiento con el FMI y otros prestamistas internacionales para definir la ayuda que requiere el país, sumido en un déficit fiscal que podría agravarse aún más con la lucha que ha decidido emprender contra grupos terroristas, en un contexto de conmoción social. Ese acercamiento será clave para conseguir el respaldo financiero que se necesita, pero las autoridades de turno deberán despojarse de posturas políticas para convencer al Fondo sobre el manejo técnico que el país le dará a la actual crisis. Esto último no será sencillo, a menos que se evidencie un real compromiso de cambiar la realidad. Ahora más que nunca el país requiere asegurarse financiamiento externo para el despliegue que tendrá que realizar en la lucha contra el crimen, fortaleciendo a la Policía y a las Fuerzas Armadas. Y esa ayuda solo se conseguirá si el Gobierno encamina y concreta ajustes indispensables para poner en orden las cuentas fiscales, cada vez más alicaídas por falta de ingresos. Acelerar políticas que ayuden a contrarrestar la evasión de tributos o ejecutar el programa de focalización de subsidios que sigue beneficiando a sectores pudientes es urgente. Son medidas políticas impopulares, pero que en un contexto de crisis apremian. El presidente debe dejar de lado cualquier cálculo electorero y tomar decisiones impostergables e ineludibles.