Editoral | Dignidad para la fuerza pública
¿Cómo pretendemos que nos defiendan de la delincuencia común y la organizada si no tienen lo básico para ejecutar un trabajo digno?
Hay que repensar a las fuerzas del orden público. Repensarlas empezando por devolverles la dignidad arrebatada por la falta de atención de este y otros gobiernos que las han debilitado. Tomar decisiones que merman sus bases es debilitarlas; y el no dotarlas de la capacitación e insumos necesarios para que realicen su trabajo, ni darles salarios dignos, también las debilita.
Es lamentable que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional tengan que recibir como donación de la empresa privada lo que el Gobierno debería darles. Ese estar a expensas de acciones solidarias del sector privado dibuja unas fuerzas del orden menguadas y eso implica un gran peligro, pues podrían convertirse en carne fácil ante las garras del crimen organizado. ¿Cómo pretendemos que nos defiendan de la delincuencia común y de la organizada si no tienen lo básico para ejecutar un trabajo digno?
Es momento de que el dignificar a las fuerzas del orden se convierta en una política de Estado. Independientemente de quién ocupe el sillón de Carondelet y de su línea política, que la planificación a largo plazo de su capacitación, dotación y mantenimiento en condiciones dignas constituya el camino idóneo para levantar el ánimo de quienes son el único escudo que tienen los ciudadanos en contra de la delincuencia.