Dejarse robar

'La sociedad también padece de otro tipo de robo, el de sus impuestos, cuando constata que su calidad de vida está amenazada por la falta de obra pública o ausencia de servicios básicos’.

En Guayaquil hay miedo cuando la gente piensa dos veces antes de salir a la calle para no ser asaltada por astutos delincuentes que acechan armados a sus indefensas víctimas. Y el miedo se contagia cuando es preferible permitir el ataque a perder la vida. En resumen, es más práctico dejarse robar para evitar desgracias innecesarias por parte de antisociales que han estado varias veces en la cárcel por los mismos delitos. Sin embargo, el sistema judicial no ha podido procesarlos por la negligencia de algunos operadores de justicia, quienes prefieren el dinero fácil al orden establecido.

Como si esto fuera poco, la sociedad también padece de otro tipo de robo, el de sus impuestos, cuando constata que su calidad de vida está amenazada por la falta de obra pública o ausencia de servicios básicos. Y está prohibido quejarse “porque peor estábamos antes”. Es decir que deben conformarse con lo poco que tienen ahora para no ser víctimas del ‘linchamiento social’ que ejercen los políticos cuando alguien se atreve a cuestionar o exigir resultados, como lo ofrecieron en campaña.

Si las cosas siguen así, muy pronto se habrán llevado todo y ya nadie podrá reclamar. La voz ciudadana tiene que estremecer a los servidores públicos, para acabar con la anomia que nos mantiene inmóviles ante el abuso. La ciudadanía se ejerce todos los días, no solo en época electoral.