¿Un contralor a la carta?
El país no puede seguir soportando el bochorno que el tristemente célebre Cpccs le está causando. El honor nacional exige su desaparición’
Una de las principales promesas de los candidatos presidenciales durante el proceso de campaña electoral, ha sido ayer y ahora, combatir la corrupción. Y uno de los hechos que la genera es la certeza de gozar de impunidad. Para garantizar corrupción a la libre, los corruptos con poder político se preocupan muy celosamente de elegir un contralor cómplice, que sepa mirar para otro lado, que les dé hasta certificado de pulcritud. (Así, la impunidad se puede conceptuar como un acto oficial en beneficio de los amigos y partidarios.) Con el conveniente propósito de manejar su designación, al igual que el de otras autoridades de control, se copió la manipuladora institución a la que pomposamente denominaron Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Dicha institución es una vergüenza desde antes de los repudiables sucesos que ahora protagoniza. Debería ser íntegramente desaparecida. Sus miembros, en uno u otro bando, generan desconfianza.
Como desvanecer glosas, encubrir asaltos a los fondos públicos o culpar políticos de oposición, tiene costos de magnitud relacionados con la cantidad de dólares en juego, ello es un factor que eleva los costos de las obras públicas pero, también la explicación de que el cargo de contralor se dispute a dentelladas, tal cual la capacidad de nombrarlo.