Consulta: ¿3 años más?

El llamado a democracia directa es más que una serie de preguntas concretas, es un ejercicio para que Ecuador revalide o corrija el voto que depositó en las urnas hace poco más de un año’.

Las ocho preguntas que el presidente quiere plantearle a los ecuatorianos hablan de inseguridad, de la composición de la Asamblea, de la extradición, de ratificar cosas elementales del Estado de Derecho como la independencia de poderes y de alguna que otra cosa obvia. Pero la consulta, tal y como está planteada en contenido y selección del momento en realidad puede resumirse en una sola pregunta: ¿quiere usted que siga donde estoy?

Otra vez un gobierno acude a una herramienta de democracia directa pensada para causas específicas como maniobra para revalidar su posición en el poder. La lectura que se sacará de ese sí o de ese no es si Ecuador quiere que los mandatarios sigan por el camino que llevan o no, que se queden más tiempo o no, que si votarían en las urnas por ellos o no. Es una interpretación limitada. Un reduccionismo que malutiliza un mecanismo democrático y que, dadas las circunstancias, tiene un pronóstico incierto, por más que haya cuestiones incluidas cuya una respuesta posible es sí.

Habrá consulta y, quizás incluso, salga triunfador el sí. Pero el sinsabor que sienten los votantes continuará, a menos que se empiecen a cumplir los ofrecimientos de campaña a través de la gestión gubernamental.